30.7.06

Hilito conductor (o el arte no es como lo pintan)

Esto de los monólogos, no otra cosa es la escritura, es piso resbaloso. Se corre el riesgo de hacer una pila al ego, acumulaciones quemables de 'inteligencia' o 'sentido del humor'. Se corre el riesgo también de hacer un discurso-boomerang, que tiene un emisor y receptor únicos. Jugar contra un muro, con ese mismo ruido intolerable de la pelota rebotando necia. La escritura busca para si significados, explicaciones únicas en su forma o en su contenido de lo que cualquier par de ojos pueden ver, busca una forma de trasladar los objetos en sentidos.
2+2 no es cuatro, 2+2 es más que cuatro, ese es el mantra. Unir dos cosas que al sumarse crean un objeto que supere a la unión de sus partes. Ese es el sentido de la metáfora y la adjetivización: "sol salado de silencios". Todo al nivel de los sentidos, del efecto estomacal de las imágenes. El sol no tiene un gusto conocido, ni la falta de ruidos deriva en sabores. El texto nace de la realidad, la aniquila y la resucita. El término sería recrearla, pero sería un término impreciso. La recreación es la transformación de un objeto a partir de sus propios elementos. La escritura no recrea la realidad, la desarma, la simula, incluso, la gesta. La describe a partir de combinaciones estéticas que se rebelan ante las dimensiones objetivas de sus objetos (pleonasmo necesario).
Pero claro, el texto no es aleatorio, como forma de comunicación está sujeto al significado, al lenguaje y sus finitas posibilidades. El texto es una forma de conocimiento, o transmisión de conocimiento, o no es. Es por tanto libertad, intuición y despilfarro.
Hay también intencionalidades, el sujeto. El individuo de pulsiones que se coloca como filtro de un momento, un espacio, y sus dimensiones. El texto nace de los deseos, las ganas, las carencias dialógicas (ironía). La belleza es una necesidad. No hay objeto amoroso sin el sujeto que lo objetive, defina sus contornos, sus dimensiones, las formas de aprehenderlos. Paradoja sonriente, un arbol existe en el bosque sin nosotros, el objeto amoroso no. La belleza duele, pero no nos duele a todos, ni en el mismo lado. El hilito conductor del texto son las pulsiones y las armas que eligen para la batalla.
De ahí el amor-odio a las palabras. Madres y putas, dicotomía fatigada pero inevitable. Producen y traicionan, gestan y escupen, besan y muerden.

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