30.9.08

Relativo

Es recurrente. Cuando me despierto y este cuerpesito parece ajeno o el sol no basta para des-desolarme, busco sentirme pequeño e irrelevante. Encontrar algunas cosas que no son relativas y que contienen una parte de lo que me parece maravilloso en el mundo: belleza, dolor, historia...

Esta canción siempre lo consigue:




La Letra:

"Southern trees bear strange fruit,

Blood on the leaves and blood at the root,

Black bodies swinging in the southern breeze,

Strange fruit hanging from the poplar trees.

Pastoral scene of the gallant south,

The bulging eyes and the twisted mouth,

Scent of magnolias, sweet and fresh,

Then the sudden smell of burning flesh.

Here is fruit for the crows to pluck,

For the rain to gather, for the wind to suck,

For the sun to rot, for the trees to drop,

Here is a strange and bitter crop".



La razón:



22.9.08

Lorca y sus huesos



"Cada ciudad tiene su propio vía crucis. En el caso de Granada, se trata de un camino sinuoso e inquietante: el que va desde la calle de la Duquesa hacia los alrededores de Alfacar. Fue allí donde se produjo, el 18 de agosto de 1936, el martirio del poeta Federico García Lorca..."

"Desde georradares hasta genetistas. Todo está listo para recuperar e identificar los restos de García Lorca y de quienes compartieron su martirio en los albores de la Guerra Civil. La familia del poeta ha levantado su veto. La última palabra la tiene el juez Garzón." El Pais


No se si ponerle nombre a los huesos sirva para cerrar un siglo, a mi me calma los nervios y en el más católico de los sentidos da al menos un sitio de peregrinaje...

20.9.08

Somos las dolorosas


Hemos leído muchos libros y frentes, somos seis. Despertamos en combinaciones distintas cada día, a veces dos, a veces más, a veces incluso sumamos seis. Tenemos diálogos clasificados, también tenemos frío y reiteradamente, hambre. En las bolsas cargamos aguijones, son los instrumentos de nuestras faenas, los portamos en la espalda como trofeos: somos las dolorosas. Hacemos mucho ruido al caminar, y nos reimos escandalosamente. Las banquetas son nuestras, junto con los sillones y tres baños. Nos sabemos canciones en común, a veces las cantamos ebrias. Eso nos separa de los indolentes. Si los significados son pocos, nos encargamos de estirarlos hasta que una grita por piedad. La dejamos quieta unos días, hasta que recupere sus capacidades de martirio. Sí, es un poco aburrido, pero nos basta, en la simulación caben exactos nuestros deseos de entrega y su falsedad. No estamos y sobre todo, nunca lloramos. Las dolorosas son calladas e incompletas, los desgarres, el asunto que nos mantiene unidas, se ven a solas y a obscuras. Por eso a veces nos tomamos las manos, nos damos besos en la cara, y sonreimos cómplices. En el silencio somos las más espléndidas, generosas criaturas de uñas largas y voces voraces. Agotadas rezamos:
"En cuatro, dolorosísima existencia, nos ponemos,
haznos tu cara y deja espacio para la insolencia de quien hace del placer incompleto un universo,

sean nuestros vientres cacharros del vacio,
y nuestros sexos desprecien y admitan a todos, coagulen los líquidos de quienes nunca tienen nombre.
Déjanos, dolorosísima totalidad, morir un poco cada día y guardar tu inclemente memoria para aquel que sea verdaderamente
el último segundo."

15.9.08

Aquí el absurdo


Está bien, te voy a contar la historia del absurdo, que es una bitácora de paréntesis. Un monumento hermoso a lo irrelevante. Empieza con los silencios. Te sientas cómodo en un sillón y callas todo. Miras como quien algo quiere decir. Abres preguntas. Ríes conforme y tarareas canciones. Eres tan simple y es tan bonito. Quien calla tiene siempre el beneficio de la combinatoria de sentidos, quien calla puede ser el universo. Un vallesito en el que aquel pueda correr, rodar y hasta acostarse. Una posibilidad: todo. Ahí entran de puntitas las palabras. Las primeras. Muros tempranos para andar a ciegas. Están hechos para golpearse placenteramente y engolosinarse con los moretones. Mira, aquí estoy. Un paso, otro, eso es, ahí vienes, otro más, casi llegas, no te espera nada, pero es alucinante creer que tienes mi mano llevándote. Sí, mejor riamos, es todo tan torpe y tan poco conmovedor. Al lado, en el otro pasillo derecho, está lo violento. Una criatura insolente y aburridísima, que se disfraza de huérfana para poder gritarle a quien lo quiera lo huérfana que es. Un párrafito estéril que han escrito miles y mantiene su poder de ternura. Ahí caes automático, porque es cálido sentirse el que abraza y rechaza en mismos montos. Quieres acabarla a golpes y quieres curarle todas las heridas. ¡Es tan obvio! Cómo no rendirle rutinario homenaje. Uno se inventa esas confusiones porque son indispensables para los simuladores. Casi vivos, casi sentimos, casi somos, esto casi es una historia. Empiezas a entender, ¿no? A la izquierda, otro pasillo, éste más amplio y mejor pavimentado. Se llama indolencia. En ese vive el señor de la ternura inconsecuente. De ahí vengo. Sus paredes son acolchonadas, para rebotar reiteradamente y quedarse dormidos, fatigados de rebotes y texturas tan suaves. Los tres pasillos son intercambiables, perfectamente compartamentalizados, con múltiples puertas y ventanas, espacios comunes. Aquí nada sobra. Dispuestos los pasillos y las primeras palabras, es el momento de un par de pataleos. Era previsible. Uno insiste en ponerle nombres a los entusiasmos, y de regreso, emociones a los textos. Obsesión por lo circular. Los héroes que no sufren no merecen ser leídos. Entonces te vuelves devoto de devotos y sientes que tus brazos abarcan la ciudad y les sobra para abrir las manos y hacerle cosquillas en los sótanos. Reclamas discreto lo que no puede ser tuyo. Por eso, porque no puede ser tuyo pero del reclamo es el reino de los desposeidos. Es el segundo acto de las palabras. Ya más envalentonadas y burdas, ahora sí se refieren a objetos precisos y al llamarlos les cavan tumbas. Nombro lo que merece morir en cuanto es dicho. Nadie puede tolerar su sonido. Malditos quejidos de débiles, y peor, honestos. Un asco. Entonces queda clausurar pasillos, y regresar al silencio. Que hablen los imbéciles. El absurdo es la historia de un segundo, cientos de imágenes que no merecen ser contadas. Me conté la película completa. No tienes nada que aportar a tu personaje, te puedes ir al carajo.

1.9.08

Un tango

Poner algunas horas entre mis sueños y yo. Es lunes y el fin de semana sigue cuajado en el pecho, sin figuras ni iluminaciones. Mentí en todo lo que no dije. Era necesario. Las tragedias se eligen o se evaden. Ni lo uno, ni lo otro. Me quedé en la esquina que cruzan, sentado en la banqueta, fumando y viendo piernas. Aquí sigo. Este frío me confirma que el verano nunca llegó, que tres meses se quedaron entre paréntesis, esperando su entorno. Aislados. El frío confirma también el cuerpo tembloroso, los pies morados, la piel molesta. Es todo un error. Un rebote senil, la belleza inmediata, las palabras (como los meses). Los significados vaya, modelos para armar. Eso, o el peor de mis miedos. La manita escuálida que me obligue a elegir o evadir tragedias. Gatear angustias y reir a solas. Eso. Los ojos: los tuyos. Un tango torpe en la cocina que todo lo contiene, porque es lento, porque usa a dos, porque es un largo y desesperado abrazo, porque en la belleza nada sobra, y mejor aún, nada se agota.