25.10.06

Fox y el Mantra (Publicado en Excelsior 25/10/06)

Es una ironía, el Presidente Fox posicionó como pocos presidentes en México a la política exterior en el centro de su agenda. Era parte de una ilusión, la idea de que el bono democrático alcanzaba para todo dentro y fuera de nuestras fronteras. El delirio de un hombre que veía grandes cosas para su país en el futuro. Por fin nos habíamos quitado el yugo del partido hegemónico, el cielo era el límite. Fox no escatimó palabras y planes. Con una honestidad a la que simplemente no estábamos acostumbrados nos confesó que en México política exterior significa relación bilateral con Estados Unidos.

También para nuestra sorpresa, Fox trajo el tema migratorio al centro de la agenda bilateral. El mantra era conocido: una política exterior que no sirve a fines domésticos, no sirve. Mantra: conjunto de sílabas sin significado que se repite casi instintivamente para conseguir un logro. La cumbre de la fe. Los deseos, la palabra y la repetición de ambos son un instrumento para cambiar al mundo.

Cándidos veíamos las fotografías de Fox y George Bush en el rancho San Cristóbal en febrero de 2001. Dos hombres hechos para el apretón de manos. Dos rancheros desparpajados. Fox ex-gobernador de uno de los principales estados expulsores de mano de obra mexicana, Bush ex-gobernador de una de los principales estados receptores de mano de obra mexicana. El destino parecía conspirar a nuestro favor. Las sonrisas, las declaraciones, la voluntad (y el mantra).

El resto es historia. La acumulación de meses y años nos aleccionó sobre la inutilidad de buenos deseos y palabras. Siete meses después de la visita de Bush al rancho San Cristóbal, Estados Unidos sufrió el peor ataque terrorista de su historia. La agenda diplomática estadounidense se modificó por entero. Una vez que hubo razones para el miedo, ya no hubo razones para nada más.

El resto de la agenda exterior del Presidente Fox se redujo a la participación activa de México en foros multilaterales, la promoción de la cooperación económica y –vagamente- el impulso a los derechos humanos. Una colección de giras, declaraciones y sí, confrontaciones. La imagen era confusa, el Presidente parecía mantenerse demasiado ocupado en el exterior, pero sin una idea clara de sus fines diplomáticos. Como quien encubre en el movimiento la ausencia de dirección. La abuela tenía razón, a veces es más temible de los hombres es un miope con iniciativa: un chivo en cristalería.

La política exterior mexicana aparece hoy atomizada y carente de metas claras. No se trata de una nostalgia por el pasado, se trata de una ansiedad por el futuro. Los pendientes que Fox deja en materia de política exterior no son menores. En Primer lugar, la consecución de un acuerdo migratorio con Estados Unidos y Canadá que formalice las complementariedades laborales de los tres países en el marco del TLCAN. En segundo lugar, la recomposición de las relaciones con América Latina, no como una reparación de daños, sino como una reconsideración de nuestros objetivos políticos y económicos en la región. En tercer lugar, un replanteamiento de la participación de México en los espacios multilaterales de cooperación.

Estos tres objetivos ni son novedosos, ni están disociados entre sí. México no será capaz de negociar en mejores términos con Estados Unidos, mientras no asuma una posición de liderazgo regional y de protagonismo global. Ello implica un acercamiento formal hacia Latinoamérica, pero también la disposición a asumir los costos derivados de una diplomacia proactiva, entre ellos el envío de tropas en misiones multilaterales de paz, no la repetición extenuante de mantras inútiles.

18.10.06

Los Creyentes (Publicado en Excelsior 18/10/06)

Ahí andan, deambulan por las páginas de periódicos y revistas. Expertos de la división binaria del mundo, bueno y malo, blanco y negro, aplauso y abucheo. Encontraron en las plataformas políticas de la elección del 2 de julio la justificación perfecta para dar rienda suelta a sus simplicidades. Ya a la izquierda, ya a la derecha. Ya por que encuentran en el Estado al actor central de la economía y en los ciudadanos a sus hijos dependientes. Ya por que encuentran en el mercado la fuente de todas las bendiciones y en el Estado un obstáculo. Son creyentes, y los creyentes no cuestionan, no reflexionan, pregonan y hacen gala de su fe.

Su ejemplo por excelencia es China, que desde 1979 cuando modificó su política económica ha crecido sistemáticamente a tasas alucinantes. Por ejemplo, entre 1979 y 2002, en términos reales, mientras México creció a una tasa promedio de 2% anual, China lo hizo a una tasa de 6.5%. Aunque por supuesto, en 1979 México era ya un país de ingreso medio con un ingreso per cápita real de $5, 621 dólares, mientras que China tenía un ingreso per cápita real de sólo $879 dólares. El efecto marginal de las políticas de crecimiento simplemente no puede ser el mismo.

La historia que nos cuentan es simple, China abrió sus fronteras, la inversión llegó masivamente y se incrementó la productividad. Mientras tanto, estudios académicos han probado que China abrió su comercio lenta y muy selectivamente, que la inversión se ha limitado a unas pocas regiones y ciudades, y que el crecimiento chino no se debe a un incremento en productividad, sino a la movilización masiva de factores de producción, posible gracias a un sistema de gobierno autoritario y represor.

En efecto, el crecimiento chino ha implicado una reducción masiva en la pobreza extrema de aquel país. De hecho, China representa el 75% de la reducción de la pobreza en el tercer mundo. Este ha sido un efecto básicamente rural, mientras que en 1978 había 250 millones de pobres extremos en el campo chino, para 2002 el número era de 28.2 millones. Esto se debe a políticas de reducción de la pobreza por parte del Estado chino, entre ellas, la inversión en infraestructura, educación y salud. En contraste, ha habido un incremento notable en la pobreza urbana, en la desigualdad entre el campo y las ciudades, así como en la desigualdad entre los hogares dentro del campo y dentro de las ciudades (ver Ximing Wu y Jeffrey Perloff, 2004).

En suma, el crecimiento chino y su traducción en desarrollo han pasado por el Estado y sus políticas sociales. Si algo ha tenido China los últimos 25 años, es Estado, más que mercado. Por otro lado, es claro que el gobierno chino tendrá en el futuro inmediato que afrontar los efectos desiguales del crecimiento.

En México las políticas de liberalización económica no han derivado ni en crecimiento ni en desarrollo. Por ejemplo, el crecimiento promedio real en el sexenio foxista no rebasa el 1%, este es el crecimiento promedio más bajo desde la Gran Depresión (y el Maximato). Es evidente que no podemos renunciar a la apertura comercial y económica. Pero es evidente también que el Estado debe asumir un papel protagónico para traducir comercio en crecimiento, y crecimiento en desarrollo. Por ejemplo, mientras que las exportaciones mexicanas crecieron en poco más de un 500% entre 1988 y el 2000, el empleo lo haya hecho en alrededor del 30% y la pobreza se haya mantenido en los mismo niveles. Estamos inundados de políticas públicas ineficientes y regresivas. Vivimos en una democracia que no ha podido ser gobierno ni generar acuerdos. Podríamos empezar por eliminar argumentos morales de la política y buscar sus dimensiones éticas. Los creyentes dividen, impiden y desinforman.

11.10.06

El Hijo Desobediente (Publicado en Excelsior 22/10/06)

Pasa en casi todas las familias, hay hijos dóciles y hay hijos rebeldes. Sucede también que los segundos terminan por acaparar la atención de los padres, y usan su rebeldía como una herramienta de negociación para obtener concesiones por parte de unos padres que no saben ya qué hacer con la ‘oveja negra’ de la familia. Estos hijos problemáticos se quedan en casa de sus padres bajo condiciones permanentes de conflicto. Lo saben: la amenaza, el chantaje, y los inacabables reclamos son la garantía de su sobrevivencia y de la división entre los otros miembros de la familia.

Algo similar ocurre en el caso de Corea del Norte. Particularmente desde 1994, cuando murió el fundador de la República Democrática Popular de Corea Kim Il Sung, y asumió el poder su hijo Kim Jong Il. Ante los cambios evidentes en la política económica china, el fortalecimiento económico y político de Corea del Sur, la modificación en la política geopolítica de Japón y el desmantelamiento del orden internacional bipolar y la guerra fría; Kim Jong Il encontró en la rebeldía de baja escala la garantía para la sobrevivencia de su régimen. Estrategia basada en el gasto excesivo en defensa y en una amenaza inmanente de confrontación militar directa.

La ironía es que esta amenaza es a todas luces no creíble. La utilidad de la amenaza no radica en su implementación, sino en la confrontación que produce entre los actores de la región y los Estados Unidos. Kim Jong Il ha ubicado a China como una madre poderosa y protectora, forzada a responder frente al mal comportamiento de su criatura. Por su parte, China ha encontrado en Kim Jong Il una herramienta de contención regional de los intereses estadounidenses.

El verdadero problema es que este esquema de balance regional obliga a un escalamiento en las acciones del hijo desobediente. La afirmación por parte de Corea del Norte sobre la realización de su primera prueba nuclear pone en riesgo el equilibrio regional. Por un lado, precisa una respuesta rotunda por parte de Estados Unidos, Japón, Corea del Sur e incluso, Rusia. Por otro lado, coloca a China en un verdadero dilema entre sus intereses geopolíticos regionales y su papel en la construcción de un nuevo orden mundial, basado en la cooperación económica y la diplomacia.

La supuesta prueba nuclear Norcoreana es un error estratégico que refleja debilidad más que fortaleza y que ocurre además en un momento peculiar en la región. En primer lugar, Japón y China se encuentran en un proceso de acercamiento evidente, hace apenas unos días el nuevo Premier japonés Shinzo Abe visitó China como una señal inequívoca de las prioridades diplomáticas niponas. En segundo lugar, China y los Estados Unidos parecen haber entendido su complementariedad como actores centrales del orden mundial y particularmente dentro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, un modus vivendi al que no renunciarán con facilidad. Finalmente, Corea del Sur se ha convertido en un actor protagónico de la diplomacia mundial, al punto que su ministro de relaciones exteriores Ban Ki-Moon asumirá con toda seguridad como nuevo Secretario General de la ONU a partir de enero del próximo año.

Veremos sin duda diferencias entre Estados Unidos, Japón y China respecto a las acciones concretas contra Norcorea. Pero lo cierto es que se discutirá sólo el tipo de castigo, no la necesidad de castigar. Ante esto, los días de rebeldía del pequeño Kim tendrán que acabarse.

4.10.06

Esa pared...(Publicado en Excelsior 04/10/06)

La política exterior de la administración foxista termina con lo que sin duda representa un fracaso: la aprobación en ambas cámaras legislativas de Estados Unidos de la resolución 6061 que establece la construcción de un muro en 1,126 kilómetros de nuestra frontera. La apuesta central de la política exterior foxista era evidenciar la cercanía con Estados Unidos y la inserción del tema migratorio en el centro. Hoy, ni tenemos una cercanía más formal con el vecino del norte, ni logramos modificar su postura migratoria.

Por supuesto, no toda la culpa es atribuible al gobierno mexicano. En Estados Unidos la agenda diplomática se monopolizó en asuntos de seguridad. No parecía haber espacio para más. Nuestro error fue quizás no entenderlo. Nos aferramos a una negociación ‘entre hombres’ y no entre gobiernos, seguimos pensando que todo pasa por el Presidente y perdimos la oportunidad de cabildear nuestros intereses en el Congreso. Aún más, no fuimos capaces de elaborar una propuesta de reforma migratoria compartida que priorizara temas de seguridad y abriera la puerta para la formación de una zona de seguridad norteamericana.

Hoy la apuesta del gobierno mexicano es que el Presidente Bush vete la propuesta de Ley. Una apuesta, lo saben, perdida. La apuesta para el gobierno calderonista será explotar los espacios que aún quedan abiertos para una reforma migratoria integral. Gracias al Senador Salazar (demócrata de Colorado) se logró aprobar la enmienda 5028 que anexa al texto de la resolución 6061, la propuesta 2611 referida a una reforma migratoria integral. El tema no está perdido, pero la pelota está claramente de este lado de la frontera.

En política el tiempo lo es casi todo. Cuando se aprobó esta resolución en la cámara baja hubo 283 a favor y 138 en contra, con una clara división partidista. 219 republicanos votaron a favor y sólo 6 en contra, mientras que 64 demócratas votaron a favor y 131 en contra. Esta vez en el Senado hubo 80 votos a favor, 19 en contra y una abstención. De estos 19 votos en contra 17 fueron demócratas, 1 republicano y 1 independiente. Esto significa que de 44 senadores demócratas 26 votaron a favor y 1 se abstuvo. Perdimos aliados demócratas naturales como los senadores Boxer y Feinstein de California, el senador Nelson de Florida, el senador Obama de Illinois, y los senadores Clinton y Schumer de Nueva York.

Por supuesto, los mexicanos no podemos aspirar a formalizar nuestra calidad de exportadores de mano de obra no calificada. Pero es un contrasentido que entre dos países con flujos comerciales libres, medie un muro fronterizo. En efecto, la mejor solución al fenómeno migratorio es la generación de oportunidades generadoras de ingreso en México. Es decir, la traducción de comercio en crecimiento, y de crecimiento en desarrollo. Esta es una tarea del gobierno mexicano, pero de la que nuestro vecino no puede marginarse.

Cuando Polonia fue admitida dentro de la Unión Europea su PIB per capita no rebasaba el 45% del promedio europeo, mientras que su población representaba 11% del total de la Unión Europea. En el 2004, el ingreso de los mexicanos representaba menos del 30% del ingreso promedio de los estadounidenses y su población el 38% de la población estadounidense. Cierto, México no es Polonia ni los Estados Unidos la Unión Europea. Los polacos siempre han sido europeos, nosotros apenas comenzamos a querer ser norteamericanos. En Estados Unidos, Norteamérica se acaba en el Río Bravo, en México, Norteamérica es un concepto indefinido e inquietante…esa pared, que no nos deja ver…