26.12.07

2007: Un paréntesis (Excelsior 261207)


No, no creo que un año se pueda –y merezca- ser reducido a 10 bullets y 3,500 caracteres (con espacios). Tampoco creo que uno pueda escapar a la tentación de hacerlo. Todo invita. Las lecturas, el excesivo tiempo libre entre la navidad y el año nuevo, y sobre todo, esa punzante sensación en el estómago entre nostalgia y expectativa. Somos presas de los calendarios y sí, en nuestras mentes al terminar el año algo se va cerrando y exige una descripción.

En 2007 tuve la oportunidad de escribir 52 colaboraciones en Excelsior, y al revisarlas para escribir ésta, la 53, busqué un hilo conductor, pedazos de texto e información que me ayudaran a nombrar el año que termina; un adjetivo, una sentencia, una suma que dibujara el rostro del 2007. Fallé. Tengo para mí que en lo que se refiere a la política internacional, el 2007 fue un año en tránsito, un alargado paréntesis. Lo sabemos, los paréntesis cumplen diversas funciones, son pausas, son silencios ejemplares, son refugios para explicaciones a profundidad, son trincheras para sobrevivir entre preguntas y respuestas.

Paréntesis en el tránsito entre la política exterior ruidosa y estéril del presidente Fox y la política exterior mesurada y sutil del presidente Calderón que aún no tiene definiciones del todo claras. El acercamiento discreto hacia América Latina, la participación en foros multilaterales (i.e. Davos, APEC, y el G8), y la incómoda posición sobre el tema migratorio con Estados Unidos. La política exterior del presidente Calderón avanza en neutral, con las manos quietas y una sonrisa inofensiva.

Un paréntesis también en Estados Unidos. Por un lado, la inamovilidad de la guerra en Irak, 4 años desde su inicio e Irak se mantiene como una interrogación, miles de millones de dólares, miles de soldados estadounidenses muertos, cientos de miles de iraquíes muertos, Irak permanece sin tocar definiciones, ni una guerra civil, ni una democracia, ni un Estado. Por el otro lado, el proceso electoral más precoz en mucho tiempo, y la primera sin la participación de un Presidente o Vicepresidente en turno desde 1928. Las campañas hacia las elecciones primarias en ambos partidos (republicano y demócrata) han sido intensas y sorpresivas. Lo significativo: después de más de dos siglos de vida democrática, una mujer y un afroamericano son quienes tienen las mayores posibilidades de llegar a la Casa Blanca.

Un paréntesis en un tema que vincula la política exterior mexicana y la política doméstica estadounidense: la migración. El descalabro de una reforma migratoria comprehensiva (y comprensiva); la aprobación de una ley que privilegia la seguridad fronteriza sobre la incorporación funcional de los 12 millones de indocumentados en Estados Unidos; las protestas masivas de inmigrantes; la deportación de Elvira Arellano en agosto; y la incorporación incómoda del tema migratorio en los debates electorales. La migración está condenada a vivir entre paréntesis, entre las necesidades económicas y los costos políticos las respuestas son siempre parciales y ajenas a la dinámica de la relación bilateral. Lo dijimos aquí, en el proceso electoral estadounidense, México es un fantasma, y a los fantasmas no se les nombra, se les teme.

El mundo entre paréntesis. Democracias entre paréntesis: Venezuela y Rusia. Las urnas que omiten el disenso o bien redescubren ciudadanos demócratas. Conflictos entre paréntesis: Palestina e Israel. Señales ambivalentes, abrir caminos al diálogo y al tiempo, imposibilitar la construcción de un Estado en Palestina. Amenazas entre paréntesis: Irán y Corea del Norte. Ni el diálogo, ni el conflicto.

El 2007 fue el año sin nombre. Un momento suspendido que ni hizo preguntas ni otorgó respuestas. El preámbulo pasivo a un 2008 que vendrá, ni duda cabe, a cerrar paréntesis y nombrar al mundo.

19.12.07

No hay peor ciego (Excelsior, 191207)


Sin ningún pudor algunos precandidatos demócratas, notoriamente Hillary Clinton, afirmaron en uno de sus múltiples debates que entre la protección a los derechos humanos y la garantía a la seguridad nacional, debe prevalecer lo segundo. Por supuesto, no hablaban de los derechos humanos de los estadounidenses, sino de los derechos humanos de la población en países dictatoriales considerados aliados estratégicos de los Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo (i.e. Pakistán). Que se haga la voluntad de Dios, pero en las vacas de mis vecinos.

La pregunta era un artificio de un conductor de CNN. Hasta aquí, nada que llorar. Los medios buscan articular la agenda y para ello recurren a sobre-simplificaciones, falsos dilemas y trampas. Esa es parte de su chamba. Parte de la chamba de un político es salvar esas trampas y tener el valor de informar sus posiciones antes que asumir una línea discursiva que se percibe popular, aunque sea profundamente incorrecta.

No dudo que la senadora Clinton sepa que en el combate al terrorismo una democracia es un aliado más efectivo que una autocracia. Un gobierno democrático tiene incentivos propios para hacerlo y estructuras institucionales que garantizan un uso más efectivo de la ayuda militar internacional. Un dictador también desea permanecer en el poder, pero dado que su permanencia no depende de una mayoría electoral, su sistema de incentivos lo lleva a desviarse de un curso óptimo de políticas públicas. Así, un dictador puede incrementar el nivel de ayuda internacional mientras continúe siendo un problema y puede hacer uso de esa ayuda para reprimir disidentes políticos, no terroristas.

Es pues un falso dilema. Un gobernante que viola los derechos humanos de sus habitantes, entre ellos, el derecho a elegir a su gobierno; lejos de ser un aliado más efectivo para garantizar la seguridad nacional de los Estados Unidos, se convierte en un hijo problemático que acapara la atención del padre sin modificar sustancialmente su comportamiento.

Sí, Hillary Clinton sabe todo esto y aún así decidió, con la mano en la cintura, defender la primacía de la seguridad de los estadounidenses sobre los derechos humanos de los no estadounidenses. Pensó que si su audiencia es doméstica, bien vale la pena decirles lo que quieren oír aunque sea fundamentalmente falso y peligroso. El paso del discurso rudo a las acciones torpes es fácil. Estados Unidos se ha entrampado por más de medio siglo: soberbio, miope y burdo. Necio en ver un sólo problema, un sólo enemigo, y supeditar su política exterior a ambos. Estados Unidos fabrica enemigos y los arma.

De acuerdo con el World Policy Institute en un reporte reciente, en todos los casos en los que Estados Unidos ha enviado tropas al exterior en los últimos 20 años, sus adversarios combatían a los soldados estadounidenses precisamente con armamento estadounidense. Tanto el régimen talibán en Afganistán como el gobierno de Sadam Hussein fueron intensamente apoyados y armados por Estados Unidos durante la guerra fría.

¿Lección aprendida? No. Actualmente Estados Unidos es el principal proveedor de armas a países subdesarrollados con 36% del total de venta de armas (le sigue Rusia con 28%). En los últimos 5 años Estados Unidos ha transferido armamento a 18 de los 25 países con conflictos internos (Angola, Etiopía, Chad y Filipinas entre otros). Más de la mitad de los principales receptores de armas estadounidenses no son democracias, de acuerdo con el propio Departamento de Estado (Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Uzbekistán, entre otros). Para rematar, entre los mayores receptores de armamento y ayuda militar estadounidense se encuentran países en conflicto (India y Pakistán, por ejemplo).

Los aliados de ayer son los enemigos de hoy, y los aliados de hoy…

12.12.07

El Síndrome de Masiosare (121207)


Todos hemos oído anécdotas sobre nombres insólitos en México, un niño llamado Anivdelarev porque nació el 20 de noviembre, otro Usarmy en honor a un buque estadounidense en las costas de Veracruz; pero ninguno tan repetido como Masiosare, tomado de aquella estrofa del himno nacional que dice “Mas si osare un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo”. Así, además de varios niños a los que seguramente en la escuela les harán la vida de cuadritos, Masiosare es, sobre todo, un extraño enemigo.

Una perla del imaginario nacional. Un personaje ficticio que amenaza con profanar nuestro suelo con su enemiga planta. Miedo simultáneo a lo desconocido y lo diferente. Si ese miedo fuese un síndrome expandido en un país, ese país sería sin duda Estados Unidos. La serie de debates entre los precandidatos demócratas y republicanos son reflejo de un síndrome de Masiosare extendido e inagotable.

Los precandidatos responden a una audiencia que ha visto en el exterior una fuente de amenazas, casi nunca una fuente de oportunidades. El caso de México es peculiar, los precandidatos de ambos partidos pueden debatir por largos periodos sobre migración y el TLCAN sin mencionar siquiera a nuestro país. Si revisamos los 4 debates demócratas y los 3 republicanos, ocurridos desde septiembre -sin considerar los debates organizados por la cadena Univisión dedicados en exclusivo a temas relevantes para la población hispana-, vemos que México ha sido mencionado un total de 14 veces, 10 por demócratas, 4 por republicanos.

De las 10 menciones demócratas, 5 pertenecen al candidato de origen mexicano Bill Richardson, su referencia a México se sintetiza en lo siguiente: “Debemos tener una relación, se llama política exterior, con México. Son nuestros amigos. Pero uno debe hablar francamente con los amigos, y debe ser algo como esto: México, dale trabajo a tu gente”. En otros 3 episodios las menciones demócratas corrieron a cargo del candidato más a la izquierda, Dennis Kucinich, todas ellas con relación a la necesidad de cancelar el TLCAN. Por parte de los republicanos, 3 de las 4 menciones las hizo el candidato libertario Ron Paul para referirse al maléfico plan para construir una autopista tri-nacional que “partiría a Estados Unidos en dos” (NAFTA highway). México es una Masiosare madre que envía millones de sus crías ilegalmente a Estados Unidos. Nada más. Ni socio, ni amigo, ni aliado.

En comparación a las 14 menciones a México; la palabra NAFTA ha sido mencionada 22 veces por demócratas, y 2 por republicanos; casi todas para hablar de los efectos dañinos del tratado y la necesidad de revisarlo (o cancelarlo). Las palabras inmigración, inmigrantes o ilegales han sido dichas 197 veces (108 demócratas, 89 republicanos), 70% de ellas en los debates más recientes. El tema migratorio se incrustó en la agenda electoral, a pesar de la renuencia de todos los candidatos. Finalmente, la palabra ‘frontera’ ha sido mencionada 28 veces (el doble que México), 18 por demócratas, 10 por republicanos; en todas ellas para acentuar la necesidad de fortalecer la seguridad en la frontera con México y el apoyo a la construcción de un muro fronterizo. Si sirve de consuelo, la palabra narcotráfico no ha sido menciona una sola vez.

México no se nombra y existe en los debates sólo detrás de los problemas, por los millones de mexicanos indocumentados trabajando en Estados Unidos, por los millones de empleos no-capacitados que afirman han migrado hacia México a raíz del TLCAN, por los 3,326 kilómetros de una frontera porosa que deja pasar ilegales y quizás, miedo de miedos, terroristas. 250 menciones a asuntos bilaterales y sólo 14 menciones a México. Se nombra lo odiado, se nombra lo querido. Ni lo uno, ni lo otro, México es un fantasma, y a los fantasmas no se les nombra, se les teme.

9.12.07

Lo

Y entonces uno encuentra el objeto. Y se le arrojan palabras y ganas, trastes precozmente quebradizos. Y te das cuenta de la mano, la tuya, y la pared, su ausencia. Estabas solo, ni el pelo, ni el pecho, estabas solo y de palabras y ganas no queda rastro. Quedas tú y casi te bastas, querubín. No existes, tienes alitas para flotar tieso bajo cúpulas, sobre bancas.

Lo encontré, y no le arrojé nada. Lo pensé y el placer fue redondo. Fuera de mi mano no existe, no como lo toco. Lo atiborro de borla, lo siento en mis piernas, y lo beso dos veces, uno en la nunca, uno en la frente. Al tiempo, mantenemos una conversación risueña sobre la inagotable levedad de banquetas y adoquines, uno frente al otro. Tan presentes.

No lo sufro. Lo guardo tierno, monigote de borla ya tan mío. Habrá meses que te aguarden y yo los omitiré, no creo en resurrecciones. Me reiré dócil de mis borlas y besos, de la inagotable levedad del silencio. De una mano que se asienta sobre una mesa y se siente incompleta. Es el cuerpo, lo hablamos también, como un retorno a la defragmentación de los sentidos. Mira, soy uno y puedes ver mis fronteras, acabo y empiezo.

Todo lo que esté fuera de mi y no se dedique a mi me parece una mierda. Ególatra discreto, con apenas el ruido suficiente para que el objeto o la madre en turno se vuelva y me abrace. Prentendo entonces jugar a ser niño, porque así de adulto soy. Inútil, soy un niño. Entre mis deseos y mis sonrisas no hay garitas, entre mis obsesiones y mis llantos tampoco.

Mundo, te necesito. Mundo de otros, mundo distante, mundo no mío. Estamos completos, somos un milagro, un puto milagro. Funciono, descubro absorto todos los días. Un calambre tardío, como la felicidad. Soy culpable de ser yo, derecho nato a escupir al cielo, saltar sobre cuerpos, callar. Quiero a los que me niegan.

Me concluyen. Gracias. Ni días, ni gestos, ni tramas. Caen directos al no. Gracias. Soy no. Borlas y besos. No, aburrido y blanco.

¿Te vas? Gracias

Le

Me preguntó sobre el cuerpo y su permanencia, sobre el texto y su volatilidad. Sobre ser. Terco, vivo. Quize responder, pero esa era una respuesta seca e irrelevante. Comando de neuronas que ordenan respirar, andar, y salirse en la primera ventana iluminada. Agregación de adjetivos que encaramados se sueñan significados.

Estoy cansado, debí responder. El texto se cansa segundo. No cabemos en las palabras, aunque pequeños, nos movemos demasiado, estiramos las piernas más allá de los límites de la cama. Necesidad del frío. Una navaja que corte exacta los bordes de piel que sobran al decir piel. Por ejemplo.

Le estoy mintiendo y creo que lo sabe. Los falseadores de sentidos nos mentimos felices, reconocemos la mentira y la sobamos encantados. La verdad es el tesoro de los ausentes. ¿Qué? ¿Queremos regresar al encuentro de la verdad y sus objetos? Lo dudo, se yace tan bien en el hueco entre razón y sentidos. Se juega mejor. A la luz, palmadas y caricias. El placer.

No se soñar. Esa debería ser la primera advertencia para quien me quiera comprar. Cuando hablo de la belleza, me revelo en una frase, o abro los ojos segundos antes de un orgasmo; no sueño. Es una visión, me erizo para que me vean volúmenes que no tengo, recortes de vidas propias y apropiadas, momentitos que estirados casi me cubren y casi sucedieron. No me ve.

Es silencio y entro exacto (no fue su boca).

5.12.07

No, no, y no (Excelsior, 051207)


El miedo a los pobres es un miedo permanente, sobre todo cuando votan. Hemos escuchado infinidad de veces argumentos que encuentran incompatibilidades entre la pobreza y la democracia: porqué los pobres no votan, porque cuando votan son más susceptibles a prestar oído a populistas, porque los pobres venden su voto por un costal de lo que sea, porque los pobres no tienen una “cultura cívica” que de sustento a los requerimiento “culturales” de la democracia. Por supuesto, a la hora de probar empíricamente estas cuatro historias, las historias se desvanecen.

Los pobres votan en proporciones similares al resto de la población; votan por quien mejor representa sus preferencias y esos candidatos son recurrentemente etiquetados como populistas; entre la transferencia de bienes de consumo y bienes públicos como definidores del voto, los primeros ganan cuando los niveles de ingreso son tan bajos que no pueden considerar al futuro como una posibilidad asequible, es un voto perfectamente racional (aunque perverso); y francamente, decir que existe una cultura específica que sustenta a la democracia es una torpeza, es poner a los caballos detrás de la carreta, es la democracia la que da origen y sustento a comportamientos democráticos; aún más, si algo hay claro es que la ignorancia política es perfectamente racional en un sistema democrático representativo.

Si la pobreza es un impedimento para el tránsito a la democracia o para su sostenibilidad no es porque los pobres se comporten de cierta manera, es porque la pobreza implica presiones distributivas, y bajo ciertas condiciones las élites económicas prefieren revertir a un sistema no democrático que redistribuir la riqueza. No es casual que entre 1950 y 1990 de los 39 episodios de transiciones de una democracia a una dictadura, únicamente en 2 casos la dictadura fue de izquierda (Checoslovaquia 1948 y Perú 1968), en los otros 37 casos la dictadura que puso fin a la democracia fue de derecha, 31 de ellas en países con ingresos por debajo de los 3 mil dólares (reales, ppp).

Estos datos pertenecen al analista más reconocido sobre democracia y transiciones políticas, Adam Przeworski, quien en un trabajo reciente titulado “Los pobres y la Viabilidad de la Democracia” (The Poor and the Viability of Democracy), concluye: “En países pobres en los que la democracia representativa coexiste con flagrantes desigualdades económicas y sociales, los llamados populistas […] hablan a la experiencia de los pobres. Por otro lado, aquellos en mejor posición continúan defendiendo sus privilegios, escondiéndose detrás de la fachada de la democracia mientras les favorezca, pero listos a defenderlos por otros medios si no lo hace. En estos países la democracia es frágil […] pero no porque los pobres no valoren la democracia. La democracia es la mejor esperanza que los pobres tienen para mejorar su vida. Si la democracia es frágil en algunos países, es porque esa esperanza no ha sido satisfecha”

La democracia –nos cuenta de nuevo Przeworski- requiere esencialmente 4 cosas: 1) conflicto de intereses; 2) la autoridad de gobierno deviene de elecciones justas; 3) las elecciones designan ‘ganadores’ y ‘perdedores’ y ambos se reconocen como tales; y, 4) el funcionamiento de un sistema de reglas respetadas por todos los actores. Nada más. En Rusia la elección del pasado domingo cuestiona al menos los puntos 1) y 2), Vladimir Putin se ha vuelto un dictador “benevolente”, por encima del partido Rusia Unida, en un país que carece de memoria democrática pero recuerda tembloroso el caos de los noventa. Las elecciones del domingo en Venezuela reafirmaron los cuatro puntos de la democracia, Hugo Chávez quiso contener el disenso, modificar las reglas del juego y los venezolanos le respondieron no, no y no; Chávez aceptó los resultados y Venezuela mantiene sus posibilidades democráticas.

No faltan ejemplos en México, en calles y editoriales, de quienes visten las ropas de la democracia para defender sólo un status quo desigual y elitista, bajo argumentos –además- profundamente autoritarios. He ahí un peligro recurrente para la democracia.