3.8.06

“No estoy solo, porque estamos todos juntos.” (Publicado en Excelsior, 02/08/06)

Pocas manifestaciones de la política tienen un efecto emocional similar a las movilizaciones colectivas. Acumulaciones de individuos que salen a la calle, gritan, vitorean, buscan y a veces, encuentran. Manifestaciones pacíficas y abrumadoras de quienes persiguen una concepción compartida de justicia. Ese fue el efecto de las movilizaciones de Mahatma Gandhi, Martin Luther King, César Chávez y Nelson Mandela. Como lo expresó el Reverendo King en su Carta desde la Cárcel de Birmingham, se trata del cruce de cuatro avenidas: la injusticia, la negociación, la auto-purificación y la acción directa. ¡La historia!

La notoriedad de estos movimientos se debió en gran parte a su justo cuestionamiento al injusto sistema legal prevaleciente: el colonialismo, la exclusión racial, la explotación laboral o el apartheid. Así, siguiendo al filósofo liberal John Rawls la desobediencia civil se justifica, en tanto se trate de un acto público, no violento, de conciencia y con el objetivo de transformar marcos legales injustos. Esto es, aquellos que violen al menos dos principios fundamentales de justicia: la igualdad de libertades y oportunidades.

Ante esto, las movilizaciones lópezobradoristas carecen de justificación. No responden a un acto de injusticia, sino que preceden un acto de decisión judicial. No buscan la igualdad de libertades y oportunidades, buscan su opuesto. A la falta de evidencias se recurre al discurso evasivo y binario que pone signos de interrogación sobre todas las cosas. Democracia verdadera o simulación democrática. La prueba es tan obvia que no merece ser provista, ganamos porque Calderón se niega a contar los votos: el que algo teme todo debe.

El movimiento de López Obrador no busca la justicia, busca el movimiento mismo. Amarrar a los otros miembros del PRD a sus necesidades. Presionar al TEPJF, porque el mal paso siempre exige prisas. Mostrar el músculo a los adversarios, basta caminar por las calles de Reforma, Juárez y Madero, hasta la Plaza de la Constitución (vaya orden histórico) para darse cuenta que se trata de una movilización de pre-movilizados, de organizaciones, no de ciudadanos. Masa pre-cocida.

De ahí la batalla de los números, 2 millones o 348 mil. Porque el poder no se entiende en las urnas, sino en las colectividades, en las masas que acosan y se mimetizan. El poderoso es un signo, un símbolo, un hombre de rituales. Ya lo decía Elías Canetti, la masa busca amalgamarse con el poderoso, buscar lo catastrófico, la tangibilización del poder. Masa que busca expandirse, igualarse, espesarse y moverse.

La democracia pocas veces se hace de masas asentadas en la calle. Las democracias construidas de movilizaciones desde abajo son las menos, por ejemplo, Sudáfrica y El Salvador. La democracia mexicana requiere de ciudadanos movilizados en las urnas, no en las calles. Requiere también de élites políticas que acuerden reglas del juego electoral, compitan bajo éstas y reconozcan en consecuencia su derrota sabiendo que podrán competir de nueva cuenta bajo las mismas reglas.

López Obrador estaría obligado a apelar ante las instancias judiciales el resultado electoral si existen elementos suficientes y objetivos de irregularidades. Este no parece ser el caso. Ni hay evidencias de fraude electoral, ni López Obrador busca la justicia electoral. El objetivo es cuestionar, desestabilizar, reducir la democracia a su victoria, ego puro. No hay analogía ni con otros líderes pacifistas, ni con otros movimientos de justicia. No se puede revestir de sentidos lo que carece de razones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jose Merino,
Hace poco tiempo consulte tu espacio por cuestiones matematicas.... digamos mas enfocadas a las estadisticas.
El texto muy bien llevado por cierto me parecio un tanto tendencioso. Sin embargo he de comentarte que la labor hecha del mismo debio de consumirte un buen de tiempo y neuronas... o al menos a mi me las consumio.
Mi opinion al respecto del comentario actual, choca con en analisis estadistico anteriormente hecho (por tendencioso). No se si en este tiempo has argumentado algo que revele lo que cuestiono.
Mientras tanto... sigue andando en lo que haces, leo y emito mi juicio muy personal de lo que expresas.
Con todo respeto,

El Demon.

José Merino dijo...

Se trata de dos cosas distintas digamos. En el primero, era simplemente observar distribuciones de votos que en efecto muestran anomalías, pero que no reflejan la existencia de un fraude, hay por ahí cosas por hacer y en esas ando. El segundo, es un mero artículo de opinión (y no hay opinión que no sea tendenciosa)...Pero aunque los fines sean distintos, no veo incompatibilidades, a menos claro, que uno vaya por la vida comprando 'paquetes todo incluído' de la política y los espacios para el disenso sean una elección fatal 'todo o nada'...Gracias por el comentario!