29.3.06

¿Bracero plus? (Publicado en Excelsior, 29/03/06)

Sucedió, con un voto de 12 a favor y 6 en contra el Comité Judicial del Senado estadounidense aprobó una propuesta de Ley migratoria. El documento aprobado abre el camino a la legalización de los 11 millones de trabajadores ilegales en Estados Unidos, la mayoría de ellos de origen mexicano. Una amnistía de facto. La propuesta contiene también planes para reforzar la vigilancia fronteriza, sin hacer mención a la construcción de un muro fronterizo. El balance es simple, ampliar las oportunidades de residencia para quienes se encuentren ya trabajando en Estados Unidos pero limitar las posibilidades de entrada para quienes piensen emigrar ilegalmente en el futuro.

Este documento es apenas el inicio de lo que será un debate amplio e incómodo en el pleno del Senado –bajo la nueva división republicana entre conservadores duros y conservadores constreñidos electoralmente- y particularmente entre el Senado, la Cámara de Representantes y el Presidente. Mientras que la propuesta del Comité Judicial en el Senado acentúa la posible legalización de trabajadores, la propuesta de la Cámara de Representantes aprobada en diciembre enfatiza justamente aspectos de seguridad fronteriza. Por su parte, el Presidente Bush parece inclinarse por una Ley que equilibre el control de la frontera con la potencial legalización de trabajadores, “América no tendría porque escoger entre ser una sociedad receptiva y una sociedad legal” nos dice.

De acuerdo a una encuesta reciente de Gallup, 62% de los estadounidenses se encuentra insatisfecho con los niveles de inmigración a su país y el 70% considera que se debe hacer más difícil la ciudadanización de inmigrantes. Un país que glorifica su pasado inmigrante pero se inquieta frente a la presencia de millones de inmigrantes que poco se parecen a ese pasado. Samuel Huntington no está solo en sus paranoias. El tema migratorio es justamente en el que peor evaluación tiene el Presidente Bush, con 64% de desacuerdo contra 28% de acuerdo. La política mueve montañas.

Pero la opinión pública agregada a nivel nacional puede ser una ilusión política. Los legisladores norteamericanos en ambas cámaras tienen incentivos para complacer principalmente al electorado de sus circunscripciones, y dentro de éstas, a quienes aportan recursos para sus campañas. El cabildeo empresarial no se ha mantenido al margen del debate y ha presionado por una política migratoria que no les arrebate la mano de obra de la que dependen, particularmente en el sector agrícola. Pero la novedad de este proceso es sin duda la actividad de un tercer actor: los propios inmigrantes. Las movilizaciones de trabajadores ilegales no tienen paralelo histórico. Los inmigrantes parecen decididos a ser al tiempo objetos y sujetos de un debate nacional. La visibilidad es noticia.

El tema migratorio está condenado a ser uno de los temas centrales de las elecciones siguientes en Estados Unidos. Sin embargo, la participación de México en el tema será marginal, la Ley Migratoria debe aparecer como un producto de manufactura estrictamente doméstica. Por ello no debe esperarse mucho del encuentro Bush-Fox a finales de este mes. Quizás no deba esperarse mucho este año en general, una propuesta global de reforma migratoria con un esquema de trabajadores temporales tendrá que seguir un camino largo y complicado. Los temas de política pública relevantes tienen a veces el defecto de ser electoralmente riesgosos, y si algo define a los políticos (de cualquier país) es su aversión natural al riesgo. La propuesta del Comité Judicial del Senado corre el riesgo de desfigurarse en el camino, una propuesta que busca complacer a todos puede terminar por ser una propuesta que no conviene a nadie.

22.3.06

El Patito Feo (Publicado en Excelsior, 22/03/06)


Pocos fenómenos conectan dos países como los procesos de migración. Segmentos poblacionales que al moverse de una nación a otra se convierten en paréntesis ciudadanos, desmembran comunidades en su origen y recrean comunidades en su destino. El caso de México y Estados Unidos es ejemplar, dos economías perfectamente interdependientes que han encontrado en la migración no un tema de cooperación, sino de fricción. En estos días se discute en el senado estadounidense una propuesta de reforma migratoria que tiene dos polos. Por un lado, la mayoría republicana con una concepción restriccionista y punitiva, que ve en la inmigración una amenaza. Por el otro lado, la minoría demócrata que propone un esquema de trabajadores temporales basado en procesos migratorios circulares y la posibilidad de residencia en el largo plazo. Dilemas entre lo económicamente necesario y lo políticamente redituable.

De este lado, la migración de paisanos al norte es mitad culpa mitad alivio. La emigración es una inversión, no emigran ni los más pobres ni los desempleados, emigran quienes pueden costear el viaje, una inversión promedio de 20,000 pesos, y tienen incentivos económicos para hacerlo. Es simple, unos años de trabajo al otro lado pueden implicar el retorno con una acumulación de capital suficiente para acceder a una casa propia, un negocio y la educación de los hijos.

México es hoy en día el principal receptor de remesas en el mundo, alrededor de 20 mil millones de dólares en 2005, el ingreso anual promedio de casi 3.4 millones de mexicanos. Por su parte, la recepción de remesas en México se ha diversificado entre estados, pero sigue estando concentrada en relativamente pocos municipios. De acuerdo a la muestra censal del 2000, únicamente en 13 municipios el promedio per cápita de remesas en el 2000 sobrepasaba los $1000 pesos mensuales. Una medición más interesante es el peso porcentual promedio de las remesas en el ingreso por hogar de los municipios. Había en México 405 municipios en los que las remesas representaban más del 10% del ingreso promedio por hogar y 67 en los que el promedio era superior al 25%. Estos son municipios poblacionalmente pequeños y con índices promedio de marginalidad intermedios.

No existe un consenso sobre el efecto de las remesas en el crecimiento de los países, mientras algunos estudios encuentran que inhiben el crecimiento al reducir incentivos productivos, otros estudios concluyen que promueven el crecimiento al incrementar el consumo y la inversión en capital humano (i.e. educación y salud). En México una fracción muy reducida de las remesas se destina a proyectos productivos, es el caso excepcional del Programa 3x1 en Zacatecas. También es cierto que las remesas pueden tener un impacto reductor de largo plazo en la pobreza de algunas localidades. En todo caso, las remesas por si solas no son ni enfermedad ni medicina económicas, son eso sí, reflejo de la complementariedad de las economías estadounidense y mexicana. Hoy en México vemos en las remesas un consuelo a la pobreza, y nos quedamos contentos.

El tema migratorio está en el centro de la viabilidad futura del TLCAN, su indispensable ampliación hacia temas sociales y políticos. México tiene que encontrar su sitio en Norteamérica, pasar de ser un pasivo exportador de mano de obra a la consecución de acuerdos laborales como parte esencial del tratado de libre comercio regional. El trabajo no puede ser mas el patito feo de los factores de producción en una economía regional basada en el libre flujo de productos e insumos. Mientras el capital fluye fácil, su complemento sigue saltando bardas y caminando desiertos.

8.3.06

Un mes y es miércoles

El Tiempo

¿Cuánta libertad podemos darle al tiempo?, el tiempo como presencia tirana, el tiempo que todo devora y todo vuelve irreversible. En él, todo permanece, los mínimos detalles se vuelven inamovibles. Yo mismo soy fijado repetidamente, a cada segundo una imagen mía es adherida a mi historia. ¿Quién soy yo hoy comparado con el que era hace un mes? ¿Cuánto se fue? ¿Cuánto quedó de ayer a hoy? ¿Qué imágenes, qué verdades se repiten aún cuadro a cuadro? Y tú, ¿en qué te has estado convirtiendo por fuera y dentro de mis ojos? ¿Cuáles las cosas mías en ti que sobreviven ingenuas? Yo, hoy, cambiaría todas las calles, casi todos los rostros de esta ciudad vedada por tus labios. Por el gusto sereno y urgente de tu boca. Hoy, también, mis ganas se han asentado en el fondo de la espera, y en la superficie apenas logro adivinarte, apenas, a penas. Hoy, mi saberte-amado-por-mi es de bordes. Mis-tus imágenes van-vienen, mis palabras voltean solas, autómatas, desobedientes a mis deseos, amarradas a verdades que creen ser dichas, que mueren por morir sobre tus sentidos, acostadas. El tiempo físico, el tiempo nuestro, un tiempo humano, creciente, amoroso y puro. El tiempo en paréntesis, el recién pasado, el que es aún ahora, ha sido también un tiempo perverso, un tiempo también de verdades a solas estando-los-dos-aún, un tiempo repleto de angustiosos y silencios te quieros y sigilosos vacíos que se crecen y que no encuentran acomodo. El tiempo que viene, el que nos llevará de aquí al otro tiempo físico, nuestro posible tiempo de verano, es un tiempo de residuos, un tiempo sin lógica propia, un tiempo de calma y espera, quizás de indolencia (que se sabe, es placer), un tiempo apenas para flotarnos. El tiempo futuro, el gran tiempo, los días que esperan ya agitados, ese somos nosotros y en nosotros encontrará su rostro. Sí, el tiempo ha sido poco. Sí, también ha sido mucho, porque es relativo y porque ha bastado para llenar y dar razones. ¿Cómo medir el tiempo entonces?, ¿para qué? La intensidad de nuestro tiempo físico, medido en horas y entregas, en un promedio de besos y palabras multiplicados en minutos, equivaldría quizás a muchos meses encaramados torpemente, más conforme con nuestros pasados. Esto, por supuesto, es una broma, de nuevo, no mía, ¡del tiempo!...


El Cuerpo

El cuerpo, éste, el mío, se despierta en las mañanas sabiéndose ausente. Es un cuerpo casi acostumbrado a su incompletitud. Un cuerpo sin materia-presencia, contándole de sus contornos, de sus formas posibles sólo en el movimiento de manos, no mías. Mi cuerpo duele, se duele, y se ríe de inmediato, en contorsiones, se encuentra felizmente vulnerado. Ejerce la libertad básica -¿Única?- de perderla voluntariamente. Mi cuerpo, hoy, ocupa espacio, es materia viva, palpitante, que respira y calla, atento a los dictados de una cabeza obstinada. Es también un cuerpo atemporado, alzado apenas entre lo vivido y lo que quiere vivir. En este mi cuerpo, tiempo y espacio son fantasmas infantiles, cargados de bromas y lenguas agitadas que procuro ignorar. Es un cuerpo colmado en sus requisitos diarios, no en sus apetitos. Anda con sus dos piernas cautivas, saluda con sus dos brazos serviles. Y es un cuerpo feliz. No suda, no a solas. ¿Cómo siente el cuerpo allá? El mío te recuerda siempre, sin mi consentimiento. Este cuerpo te busca lo mismo que yo. Añora, se repliega en ausencia, se extiende jugando a mostrarse a tu boca, aguardando un beso, uno sólo que le dé calma y lo devuelva. Sueña con piel acoplada en su espalda, con rostro pegado sobre la nuca, regalando generoso tu aliento. Yo lo dejo ser, ¿cómo negarle sus propios medios? ¿Cómo negarle el derecho a su inocencia? Es un cuerpo maduro, cargado de historias y renovado en ti. Un cuerpo acumulado para ti, sin ti, estando sin tu estar. Es hoy, mañana será quizás otro mi cuerpo, otros sus modos...


El Espacio

Hay tantos lugares posibles para observarnos en lejanía, lugares seguros, lugares cálidos, lugares inciertos, lugares frívolos. Hay tantos posibles ojos, miradas cambiantes. Moverse de la calma a la inquietud. El espacio pesa, el espacio agrega y sustrae, al mismo tiempo. Lo que pesan dos montañas. La distancia es un entrejuego en el que la mente y los sentimientos riñen y se concilian permanentemente, en el que la jornada mesurable poco se parece a la jornada perceptible. Entre sus mayores degeneraciones, el espacio nos presenta como imágenes sublimadas, cargadas de un pasado tibio en el que la distancia era sólo una idea (doliente, futura), de lo vivible. En el que el silencio nos era cómodo porque era una forma alternativa de decirnos. El espacio también nos presenta inmaculados en el futuro, tan lleno de humo, definido desde las voluntades, desde lo que queremos ser, de lo que posiblemente ya somos. Somos fe, o lo soy y me basta. En el espacio y sus marchas, las palabras son necias, neciamente toscas, estas mismas palabras que ahora escribo, que ahora lees, se saben insuficientes y se entregan aún a procurar llenar los huecos. Son medio, hoy. Su virtud es poder viajar en el tiempo y permanecer ilesas, saltar en los espacios velozmente, llevándote un pedazo de mí. ¿Cuánto sería el espacio sin ellas? ¿De qué enormidades sus compuestos? En ti, el espacio es relativo porque no afecta los interiores, y yo concuerdo. Pero esos interiores merecen ser piel, merecen ser puestos de cabeza a nuestros ojos. Ay la semana…


La palabra

Sospecho que yo confío menos que tú en las permanencias involuntarias, en las cosas que no se inmutan al tiempo y la distancia, a la cruel combinación de ambos. Confío menos o preciso más. Preciso hoy. Yo creo en nuestras potencialidades de fabricar espacios y tiempos alternos, llenos de diarios, de blanduras, de sentimientos que van y vienen, que hablan de su existencia y proveen calma. Tus calmas son solitarias, las mías son dialógicas, son calmas contigo o no son. Yo ya he sido yo mismo demasiado tiempo, en eso quizás diferimos. Tú luchas por parar en ti al tiempo, permanecer duramente joven, regresar de ser posible a los ojos cerrados. Lo abres, descubres, los cierras, das un paso, contemplas, regresas. Yo, en cambio, me forcé a adelantarme al tiempo, a formar una imagen fosilizada de mi, lista para ser todos los mañanas. Hoy no sé con certeza qué hacer con ella. Un monstruo de papel y tintas y palabras como éstas. Nuestro encuentro, esos dos caminos que se orientan dóciles hacia el mismo destino es pues, una complicidad del tiempo y el espacio, que dan cabida a dos cuerpos disparejos que se aferran a estar. Así sea. Yo amo tu niñez. Quédate infante, pero quédate. Sea la nuestra, una historia de asimetrías que se compaginan exactas para dar cuerda a los contenidos. El espacio es también indulgente. Lo es porque no todo en él es la distancia física, hay también espacios subjetivos, los que nosotros mismos creamos en nuestras acciones, u omisiones. Esos son los maliciosos, los resbaladizos, los temibles. Yo los mantengo a raya, los combato a diario con mis palabras, mis llamadas, la ventanita esa de los encantos, los medios que he encontrado para hacerme sentir contigo. El silencio a veces se me ha presentado como una salida sencilla. Callo, otorgo. Hablo, muestro. Mis acciones me han vuelto vulnerable ante ti, de eso se trata amar, al menos amar del modo que yo te amo, del modo que yo nos entiendo. Lo dije ya y no lo sabes, cómo suena, te amo. Si yo callara entre tus brazos, pudiendo tu observar mis ojos cerrados junto a mis labios igualmente cerrados, eso sería placidez pura. Si callamos en lejanía, con el espacio tapando nuestras bocas, impidiendo nuestras manos, el mañana se compromete. Yo se de los mañanas, se que vendrás y la mitad de esto que escribo será el ridículo. Lo se, pero hoy es hoy y hoy esto que escribo es el sentido. Yo soy distinto, yo soy volátil, yo reacciono y no soy el mismo en el tiempo y en el espacio, mi cuerpo es dócil, yo no. Yo te traigo en mis manos, cuidando no perderte, cuidar junto a ti de tu niñez. No quiero ser un Quijote peleando feroz contra molinos de viento, quiero reconocerlos y abrazarlos, contigo. En esta historia debe haber dos. Sin dos lo que queda es ninguno.

Yo (hoy lo se) te amo.