4.4.07

Un Mundo Mejor (Excelsior, 040407)

Entre las muchas cosas que el mundo debe a los británicos se encuentra, sin duda, el humor. Sombrío, mordaz, absurdo, pero siempre preciso. Había a finales de los sesentas e inicios de los setentas un programa de televisión en la BBC llamado El Circo Ambulante de Monty Piton, realizado por un grupo de comediantes que encontraron en la crítica social y la síntesis de la psique británica una fórmula exitosa para la risa (y sí, la reflexión).

Entre esos comediantes se encontraba Terry Jones, quien colabora actualmente con el diario británico The Guardian. Justamente el pasado 31 de marzo, Jones publicó un artículo sobre la crisis diplomática entre el Reino Unido e Irán por la captura de 15 marinos británicos por parte del gobierno persa, titulado “¿Llaman a esto humillación?” Jones no escatima burlas y dedos en las llagas.

Se ríe abiertamente de la postura de su gobierno y de la cobertura en medios: “[…] Y en cuanto a la pobre marine Faye Turney, hacer que usara una pañoleta negra, y luego permitir que la foto circulara por el mundo, ¿No tienen los iraníes concepto del comportamiento civilizado? ¡Por el amor de Dios!, ¿Qué hay de malo en poner una bolsa sobre su cabeza? Eso es lo que hacemos con los musulmanes que capturamos: ponemos bolsas en sus cabezas, de modo que les cueste respirar. Entonces es perfectamente aceptable tomar fotografías y circularlas a la prensa […].” Y continua: “La verdadera marca de un país civilizado es que no se apresura a enjuiciar a la gente que ha arrestado arbitrariamente en lugares que apenas invadió. Los presos en Guantánamo, por ejemplo, han disfrutado de toda la privacidad que han querido por casi cinco años, y el primero de ellos apenas fue enjuiciado. ¡Qué contraste con la desagradable prisa iraní para presentar a sus capturados en la televisión!”

Por supuesto, el artículo es una caricatura. Pero una caricatura exagera aspectos de la realidad, no la niega. Lo que Jones pone en evidencia es la contradicción entre la respuesta a las acciones iraníes y las propias acciones de Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak y Afganistán. La innegable existencia de juicios arbitrarios y ambiguos, ¿Por qué Irán es cuestionado por sospechas de enriquecimiento de uranio, pero se permite tácitamente que Israel, Pakistán e India tengan armamento nuclear? ¿Por qué la dictadura de Hussein en Irak era más odiosa que la de al-Qaddafi en Libia, Nizayov en Turkmenistán, o Mugabe en Zimbabwe?

La respuesta es obvia, pero insatisfactoria: el sistema mundial es anárquico, no hay una autoridad legítima y única que regule la interacción entre países, ni sus políticas de seguridad. En el reino de los ciegos, el tuerto es rey, y el rey decide arbitrariamente dónde poner palomitas y dónde poner tanques de guerra. La disputa entre Gran Bretaña e Irán es absurda, se reduce a la medición de 3,600 metros en el mar, su solución pasará por la diplomacia y se encuentra ya, a la vuelta de la esquina.

Las dictaduras, todas, son odiosas. También son odiosos los juicios arbitrarios de un occidente que ha mostrado repetidamente su capacidad para errar. El mundo sería, sin duda, mejor sin dictadores, también sería mejor sin líderes soberbios y torpes. Sin Mahmud Ahmadinejad en Irán, sin Pervez Musharraf en Pakistán, y sin Bashar al-Assad en Siria, por nombrar algunos. Y sí, el mundo sería mejor si cualquier comediante en Irán, Pakistán o Siria pudiese mofarse de y cuestionar a su gobierno en un periódico de circulación nacional. Un detalle que Ferry Jones olvidó abordar, será que ahí no había demasiado espacio para la risa.

No hay comentarios.: