25.4.07

Francia: al centro (Excelsior 250407)



Francia es el origen de mucho de nuestro imaginario ideológico. La izquierda, siempre dispuesta a movilizarse, tomar las calles, combatir al gobierno, rechazar al mercado y encontrar en la cultura muchas respuestas. Inevitable pensar en las movilizaciones de 1968, la presencia activa y dogmática de los grandes intelectuales franceses, que eran como sabemos, los grandes intelectuales del mundo, Jean Paul Sartre buscando a Marx en todos los rincones del humanismo, Michel Foucault caminando brazo a brazo con los estudiantes y el poder omnisciente; Bertrand Russell buscando ya la paz, ya el voto de las mujeres, ya una idea enorme, contenedora, suficiente, de justicia; y un largo, largísimo etcétera.

Lo mismo a la derecha, aunque quizás con menos color. Charles de Gaulle y la idea de un nacionalismo francés que toca y se aferra a las costas africanas. Georges Pompidou que alejado de África, encontró en Europa y su integración económica otras respuestas posibles. Por supuesto, el Presidente saliente Jacques Chirac, quien por más de 11 años ha guiado el destino de la nación gala, entre la apertura económica, la mundialización y la irremediable mano del Estado en la regulación del mercado.

El sistema político francés es paradójico. Por un lado, obliga a los partidos a presentar plataformas públicas lejanas al centro. Por el otro lado, obliga a los candidatos presidenciales a no alejarse demasiado del centro del espectro ideológico. Ello se debe a dos factores institucionales. En primer lugar, el poder legislativo, compuesto por la Asamblea Nacional y el Senado, es definido a partir de un complejo mecanismo de mayoría relativa, segunda vuelta y representación proporcional. En segundo lugar, el Presidente es electo de forma directa en un sistema de mayoría simple con segunda vuelta. Se trata pues de un sistema Semi-Presidencial en el que ambos poderes responden a incentivos electorales distintos y buscan mayorías por medio de posicionamientos ideológicos distintos. El puente entre ambos ha sido tradicionalmente el Primer Ministro, cabeza del gabinete de gobierno, que si bien es nominado por el Presidente puede ser vetado por la Asamblea Nacional, lo que ha obligado a la formación de acuerdos entre ambos para su nombramiento.

El pasado domingo los franceses acudieron a las urnas, con una participación pocas veces vista, para elegir en una primera ronda a los dos candidatos que competirán en una segunda, ahora sí, por la presidencia. Los dos punteros fueron Nicolas Sarkozy del partido conservador Unión por un Movimiento Popular y Ministro del Interior bajo el gobierno de Chirac con el 31% de los votos, y Ségòlene Royal del Partido Socialista con 26%. Así, entre ambos candidatos suman 57% de los votos, la batalla ahora se dará en el campo del centro ideológico, el 18% de votos obtenidos por el candidato centrista Francois Bayrou.

Francia vuelve a dar la nota ideológica. Los partidos de extrema izquierda obtuvieron apenas un 8% de los votos. Jean Marie Le-Pen, el candidato de la extrema derecha alcanzó 10.5% de los votos, una caída de casi 7 puntos respecto al 2002. La brecha en las propuestas de gobierno de ambos candidatos es francamente pequeña y refleja una tendencia clara en las democracias desarrolladas. Ahí, ninguna izquierda exitosa ignora los beneficios de la apertura comercial o la necesidad de disciplinas macroeconómicas. Ahí, ninguna derecha exitosa ignora las necesidades distributivas de una economía abierta o el papel esencial del Estado como regulador de los mercados. Son lo que en México llamaríamos izquierda y derecha ‘modernas’, como opuestos a los monolitos ideologizantes y monopólicos que tenemos por partidos políticos.

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