La idiotez es la criatura más feroz de la ignorancia y el orgullo. El idiota no sabe, intuye. El idiota no escucha, grita. El idiota no sabe, cree. Idiotas habemos de varios tipos, los que se refugian en la moral para evadir argumentos éticos, los que se esconden en la religión para nutrir odios y miedos, y claro, los que encuentran en el poder todas las vendas, todos los miedos, todas las imprudencias. Caso emblemático, George Bush hijo pertenece a plenitud a las tres categorías.
La fe ciega, el credo que se define sólo mediante la exclusión, el juicio y la culpa de los hombres atribuida a un Dios implacable, ha sido una idiotez constante de nuestra historia. Como ejemplo, Bush nos ha mentido repetidamente. Nos mintió cuando nos dijo que Saddam Hussein tenía vínculos con Al Qaeda. Nos mintió cuando nos dijo que Saddam tenía armas de destrucción masiva. Posiblemente nos mienta cuando nos dice que Irán vende armas a las milicias irakíes. Pero sobre todo, nos ha mentido cuando nos ha sugerido que el Islam es una religión de conflicto y exclusión (a secas) y que representa la mayor amenaza a la estabilidad mundial.
El ejemplo su actual su representación del conflicto entre Shias y Sunnitas, como un conflicto en el que Occidente en general y Estados Unidos en particular, no hubiesen tenido nada que ver. La división entre Shias y Sunnitas se originó a mediados del siglo XII entre quienes veían en los descendientes de Fátima (hija de Mahoma) y su esposo Alí a los herederos de la doctrina (Shias), y entre aquellos que pensaban que la herencia musulmana debería a las manos del jerarca religioso (Sunnitas).
Esta división ha sido sistemáticamente explotada por los Estados Unidos, durante y después de
Y usted pensará, sabiendo esto, el Presidente Bush no incurrirá de nueva cuenta a la formación de alianzas que generan enemigos futuros. Pues no, la idiotez es estática. Esta semana se publicó en The New Yorker un texto escrito por Seymour Hersh, periodista de investigación desde los 1960’s y ganador del premio Pullitzer quien afirma, con base en una investigación sólida, que con el fin de debilitar a Irán y el grupo Libanés Hezbollá, los dos claros representantes de los Shias (junto con las milicias del sureste Irakí y el propio gobierno irakí) Estados Unidos – en concreto
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