7.2.07

Demasiado (Excelsior 07/02/07)

El proceso electoral del 2008 en Estados Unidos se encuentra lejano aún y su signo es ya el exceso. Demasía en los números, los personajes, los discursos, los dineros y sí, los vacíos. Demasiados pre-candidatos y demasiado temprano. Demasiados temas y demasiada banalidad en su tratamiento. Demasiado tentador hablar de ello y demasiado pronto quizás para hacerlo con justicia.

Demasiados y demasiado pronto. Los demócratas se encuentran entusiasmados como casi nunca y parecen equivocarse como casi siempre. El partido demócrata, como todos los partidos aglomerantes de izquierda, es víctima de las muchas voces de sus muchas partes. El triunfo en la elección intermedia los dejó demasiado confiados. La elección primaria demócrata será sin duda una elección con excesos, en los gastos de campaña, en las figuras centrales y en el tono de los discursos. La reunión de invierno del Comité Nacional Demócrata el pasado 2 de febrero mostró los excesos tempranos. Bill Richardson como el encuentro curioso de dos excesos, lo demasiado local y lo demasiado internacional. Barack Obama como la síntesis del exceso en la indefinición, un discurso emotivo que evita tomar posiciones claras en política pública. Hillary Clinton como la muestra de la exageración en los gestos y los textos, ni un movimiento, ni una palabra fuera del guión escrito por sus asesores de imagen. John Edwards como síntesis de lo demasiado directo y claro, demasiado a la izquierda para capturar a un electorado demasiado aglutinado en el centro.

Demasiado poco y demasiado tarde. En contraste, los republicanos parecen estar demasiado temerosos e irónicamente demasiado dispuestos a apoyar los excesos de su presidente. El partido republicano, como todos los partidos de derecha, tiene un discurso más coherente y simplista, pero es un discurso demasiado repetido y agotado. Los legisladores republicanos se alejan de la luz pública y se limitan a evitar toda discusión, todo debate, incluso sobre la famosa resolución no vinculante que condenaría el envío de más de 21,000 tropas a Irak. El silencio salvador. Su contienda interna se adivina simple. John McCain es un político con una imagen demasiado diluida, de representar una alternativa moderada a George Bush en 2004, ha pasado a representar el rostro de un partido republicano condenado a apoyar los desaciertos del Presidente. Por su parte, Rudolph Giuliani se perfila a ser el candidato republicano viable, su imagen es la inversión de los excesos, carismático sin ser mesiánico, fuerte sin ser soberbio, republicano sin ser conservador, conocido nacionalmente sin haber pasado por el Congreso y sin estar cerca del debate sobre la guerra en Irak.

Demasiado Bush. Pero pocos políticos representan el exceso como el Presidente Bush. Llamado a ser el Judas inflamable de las campañas hacia el 2008, es ya un Presidente demasiado ambicioso con un espacio demasiado pequeño de maniobra. Aprobado por apenas el 30% de los estadounidenses, sin una mayoría en el Congreso, condenado por propios y extraños, Bush aún se sueña como el gran hombre de los grandes planes. No se puede entender de otro modo la propuesta de presupuesto que presentó apenas el lunes pasado, en la que propone un gasto de 235 mil millones de dólares en defensa nacional, centralmente en Irak y Afganistán. Para tener una idea de la magnitud del gasto propuesto, equivale a la totalidad del presupuesto federal de México en 2007, a tres veces nuestra deuda externa y a la totalidad de la deuda externa de África sub-sahariana. ¡Eso sí que es demasiado!

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