“Ningún sistema tiene posibilidades de funcionar mientras los hombres sean tan desdichados que el exterminio mutuo les parezca menos terrible que afrontar continuamente la luz del día”
Bertrand Russell,
La cita de Russell contiene un dilema, mientras cooperar implicaría beneficios superiores para todos, la percepción de los actores respecto a la interacción con otros actores los lleva a establecer comportamientos no cooperativos en donde todos están peor, pero nadie tiene un incentivo para cooperar, sabiendo que nadie más lo hará. Este dilema es conocido en teoría de juegos (la teoría que modela matemáticamente la interacción estratégica entre dos o más actores) como el dilema del prisionero. La solución doméstica al dilema la conocemos todos, se llama ‘Estado’ y su fin es garantizar relaciones sociales esencialmente cooperativas.
El sistema internacional carece de una autoridad central legítima que cumpla las funciones del Estado; por ello, el establecimiento de relaciones cooperativas es más complejo y exige algo esencial: la revelación de información. Los actores involucrados deben tener información plena sobre sus opciones, las opciones del oponente, los beneficios de cada uno en todos los escenarios, y sobre todo, la posibilidad de que ambos actores sigan interactuando en el tiempo.
Suena simple ¿no?, nunca lo es. En gran medida, Israel y Palestina no han logrado un acuerdo de paz porque no han tenido información plena respecto a su interacción y las preferencias del otro. No han entendido a qué están jugando y le han apostado a la inexistencia del otro en el tiempo. El papel central de Estados Unidos en las negociaciones de Annapolis, Maryland iniciadas ayer es justamente ser un factor que les obligue a revelar sus preferencias, les haga evidente la estructura del juego que están jugando, y les obligue a un proceso de negociación auto-reforzable.
Regresar a lo básico: ojo por ojo, diente por diente. Un esquema de premios y castigos recíprocos en el que ambos actores inicien forzosamente cooperando. Palestina ya reconoce desde los Acuerdos de Oslo la existencia del Estado israelí, es momento de que Israel defina explícitamente la existencia del Estado palestino. Si Israel mediante
Cierto, quedan los símbolos y sus significados. Queda Jerusalén como capital de ambos Estados. El reestablecimiento de los límites previos a la guerra de 1967, el regreso de Jerusalén del este a Palestina y un potestad compartida sobre
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