Dueña absoluta del circo, reina de todas sus pistas, maestra de todos los actos circenses de la política: domadora, maga, acróbata, contorsionista, escapista, maga, malabarista, y claro, trapecista, Elba Esther los domina todos. Hasta ahora siempre limitada a circo de pueblo, con actos y públicos conocidísimos. La política doméstica, con todas sus redes, del sindicato al congreso, a los partidos (todos, el propio y los demás), y a los procesos electorales locales y nacionales.
Ahora Elba Esther empacó el circo con todos sus actos y se fue de gira a Perú. Empacados también 750 mil dólares acumulados mediante una “colecta” entre los trabajadores de la educación y destinados a la reconstrucción de la infraestructura educativa de las zonas afectadas por el terremoto. Elba Esther acude en representación del SNTE, de
Puede ser que el presidente peruano simplemente no sepa los detalles de la biografía política de la maestra, puede ser también que decidiera dejarlos de lado por 750 mil dólares, pero si algo tenemos claro los mexicanos es lo dañina que Elba Esther ha sido para la educación y la política nacionales. Elba Esther es el síntoma más visible y doloroso del autoritarismo sindical mexicano, del sabotaje a la calidad educativa –que pasa por el monitoreo y evaluación de los maestros, la instrucción del IFAI para abrir las pruebas ENLACE puede ser el primer paso hacia allá-, y un sistema político que permite la acumulación excesiva de poder en manos de una sola persona que no rinde cuentas a nadie.
Autoritaria como es, para Elba Esther la política se hace de la distribución arbitraria de apapachos y jalones de oreja (maestra al fin). Implacable y siempre indispensable. Las fichas en todos los tableros, bisagra de partidos que no han encontrado formas institucionales de dialogar y acordar. Elba Esther no necesita de las urnas para ser, le basta andar segura en los templetes necios del corporativismo al mejor postor y las fotos con el Presidente en turno.
La prolongación internacional de Elba Esther sabe a lo mismo. Los sindicatos nacionales rara vez se involucran en cuestiones internacionales, se limitan a estrechar vínculos con sindicatos en otros países u oponerse a un tratado comercial. Lo de Elba Esther tiene otro sabor, no es la manifestación de una ideología (¿Cuál?), lo suyo sabe a política exterior, a la consecución de fines domésticos desde afuera. Elba Esther busca a un tiempo hacerse de una presencia propia –independiente del gobierno mexicano- en la región y mandar una señal clarísima de las dimensiones de su poder a México.
La analogía es casi inevitable, si Hugo Chávez tiene petróleo, Elba Esther tiene las “colectas” magisteriales y la promesa de un monstruo de un millón y medio de cabezas listo para movilizarse a favor o en contra de quien sea. La promesa, porque estadísticamente no es posible concluir que Elba Esther afectó el resultado del 2 de julio a favor de Calderón o en contra de López Obrador.
Esto sabe al inicio de la política exterior de Elba Esther, tal cual. Visitas, donativos, fotos, aplausos: el circo de gira. Como siempre, la maestra aguarda sus horas y sonríe complacida. Seduce a todos, aquí y allá, por los mismos miedos, por las mismas ambiciones. Elba Esther lo sabe, de aquí a Lima la política es femenina: reproduce y castra, alimenta y debilita, abraza y sofoca.
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