Calentamiento global, desarrollo, desigualdad, salud, educación, terrorismo y capacidad armamentista, son algunos de los temas que se han incrustado en el centro de la agenda. El G8 ha dejado de ser el club de las democracias industrializadas para convertirse en un centro de decisión global encaminado, cada vez más, a temas de seguridad.
Ello ha implicado la inevitable inclusión de países no democráticos o no desarrollados (o ambos), pero con un peso global innegable. Desde el 2005 se ha invitado al llamado Grupo de los 5 (G5), compuesto por los países de mayor peso del mundo en desarrollo: China, India, Sudáfrica, Brasil y México. Así, tal como el G7 + 1 se transformó en el G8, el G8 + 5 parece dirigirse a ser un G13, que entre la foto y los encuentros ministeriales definirá la agenda global en los años subsecuentes.
¿Son todos los que están y están todos los que son? Económicamente la respuesta parece ser sí. Los países del G8 representan poco más del 40% de la economía mundial, por su parte, la totalidad de países en desarrollo representan apenas el 22% (aunque cuentan con el 84% de la población). Y sí, los países del G5 representan casi el 50% de las economías en desarrollo (y el 51% de su población). Por supuesto, el peso de China es enorme, en términos nominales (precios corrientes 2006), China equivalía al 47% del G5; India, Brasil y México al 16% cada uno, y Sudáfrica al 5%.
También en términos nominales, el peso de los países en sus regiones es claro. Brasil y México constituyen el 63% del tamaño económico de América Latina (32% y 31% respectivamente). India compone el 81% del sur de Asia, China el 77% del noreste asiático, y Sudáfrica el 39% de África. El mundo se ha vuelto cada vez más desigual entre e intra regiones. En términos reales (PPP: paridad de poder de compra), el G5 acumula el 27% de la economía mundial; esto es, de consolidarse, el G13 representaría el 67% de la economía mundial. Los datos son contundentes.
Por supuesto, no todo es economía. El G13 estaría llamado a ser el centro de poder y decisiones del mundo, y como todo centro, excluyente de sus márgenes: un consejo de seguridad ampliado de facto. Junto con los países del G8, China, India y Brasil son ya reconocidos como potencias globales. Sudáfrica es claramente el vértice de la diplomacia africana. ¿Y México?, Nuestro país aún no define su papel como potencia regional en el mundo, y en eso hemos sido timoratos y miopes. El peor de los mundos, una política exterior difusa y pasiva que deja grandes huecos para la improvisación del Presidente en turno.
Cuestión de distancias relativas: México está más cerca de Rostock, que Los Pinos de San Lázaro. Si leemos las señales del Presidente Calderón, su intención es acortar ambas y en un solo viaje.
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