India y los mitos ‘científicos’
De India se pueden decir y escribir cientos de cosas, pero el adjetivo inevitable será siempre ‘inmensa’. El segundo país más poblado del mundo con casi 1,100 millones de habitantes, la tercera economía mundial (en PPP: paridad de poder de compra), el séptimo país en términos de su extensión territorial. India es inevitable.
Pocos países como India han inspirado y derrumbado argumentos en ciencias sociales, particularmente en la ciencia política, la economía, y el encuentro de ambas, la economía política. India es el contraejemplo que rompe mitos, abre preguntas y une posibilidades. Entre estos mitos, sobresalen tres que se relacionan directamente con uno de los vínculos que más han obsesionado a politólogos y economistas, aquel entre democracia y desarrollo.
Mito 1: La pobreza excluye la democracia
Este es un mito resistente, sobrevive necio desde hace ya cuatro décadas. El argumento es simple: sin riqueza no hay democracia posible. La democracia es un lujo que sólo los ricos pueden darse. Los pobres tienen una educación mínima y un ingreso ínfimo, no pueden siquiera pensar en la democracia como un bien necesario (o incluso deseable).
La evidencia empírica parecía en principio apoyar este mito: el ingreso per cápita era consistentemente el mejor predictor para clasificar países entre democracias y dictaduras. De hecho, en el maravilloso estudio hecho por Adam Przeworski – Democracy and Development – el PIB per cápita clasifica correctamente casi el 82% del total de 4,126 observaciones entre 1946 y 1990. Justamente entre los casos mal clasificados por su modelo se encuentra India desde 1947: de acuerdo a su riqueza, India debió haber sido una dictadura, no una democracia.
India ha sido la más poblada y pobre de las democracias, y también una de las más estables, 70 años ininterrumpidos de vida democrática. ¿Cómo explicarlo? La respuesta es doble. En primer lugar, el propio Przeworski concluye que la relación entre desarrollo y democracia no es causal: el desarrollo no genera democracias, les permite durar (que no es poca cosa). Así, las democracias surgen a cualquier nivel de riqueza, pero aquellas que surgen en países más ricos duran más. ¿Cómo explicar entonces que India haya permanecido pobre y democrática? India ha tenido un arreglo institucional que ha permitido el acomodo indispensable de sus diversidades étnicas, socioeconómicas, religiosas, regionales e ideológicas: un sistema parlamentario de mayoría simple con autonomías estatales. India lo muestra, la pobreza no excluye a la democracia, le exige, si acaso, ingenierías institucionales adecuadas.
Mito 2: La democracia inhibe el desarrollo
Este es un mito monstruoso, construido a partir de evidencias totalmente circunstanciales. Entre las décadas de los cuarenta y los setenta varios países autoritarios crecían a tasas enormes, se concluyó entonces que, al menos en el mundo no desarrollado, las dictaduras crecían más rápido que las democracias. Las dictaduras pueden movilizar recursos entre sectores fácilmente, las democracias están sujetas a presiones distributivas. Esa era la historia. El ejemplo inmediato de una democracia de lento o nulo crecimiento era siempre India. En efecto, India llevaba ya 30 años de vida democrática y una economía francamente estancada.
Como suele pasar con estos mitos fáciles, se derrumban en cuanto la evidencia coyuntural se mueve en sentido contrario: India comenzó a crecer en la década de los ochenta, y siguió creciendo velozmente en las siguientes dos décadas, después de las reformas liberales de 1992. Przeworski vuelve a darnos una respuesta: el régimen no afecta la tasa de crecimiento, incide indirectamente en el uso de factores de crecimiento solamente. Las democracias son más productivas respecto al capital, y las dictaduras respecto al trabajo.
India es hoy una democracia que crece y que al crecer rompe de golpe con el mito de las democracias paralizadas. No sólo eso, India probó también que aún sin crecer, las democracias pobres evitan desastres: no ha habido en toda la historia una sola democracia con hambruna. Países con PIB per cápita por encima del de India tuvieron episodios terribles de hambrunas, India no. El economista hindú Amartya Sen explica que el gobierno de India evitó hambrunas mediante programas compensatorios para el empleo. Esto es, más que escasez alimentaria, las hambrunas son producto de malos gobiernos, y las democracias tienden a incentivar mejores gobiernos
Mito 3: La miseria es ‘pegajosa’
Este es un mito menos controversial. Nos dicen los economistas expertos en desarrollo que la pobreza genera pobreza; esto es, que los países pobres tienen menos posibilidad de desarrollarse, quedan pues atrapados en ‘trampas de pobreza’. India ha mostrado que la pobreza es pegajosa, pero no una condena.
Vale la pena hacer aquí una comparación básica entre India y África (subsahariana), dos agregados con no pocas similitudes. India tiene 1,100 millones de habitantes, África 743. India tiene un PIB nominal de 886 mil millones de dólares, África de 707 mil millones de dólares. India tiene un PIB per cápita nominal de 797 dólares, África de 952 dólares. Hasta aquí las similitudes. En términos reales (PPP) se trata de dos casos contrastantes, en 1980 India tenía un PIB de 432 mil millones de dólares, África uno de 408 mil millones de dólares; para el 2006 el PIB real de India alcanzaba los 4.2 billones de dólares mientras que el de África 1.7 billones. Esto es, en términos reales en 26 años India creció 962, África 420%, menos de la mitad. También en términos reales en 1980 el PIB per cápita de India era 648 dólares, el de África 1,062 dólares; para 2006 el de India creció a 3,737 dólares y el de África a 2,308 dólares. Esto es, en 26 años el ingreso per cápita hindú creció en 576%, el de los africanos 217%, de nueva cuenta, menos de la mitad.
Por ello, entre 1990 y 2005, el porcentaje de la población de India en condiciones de pobreza extrema pasó de 42% a 34%, la tasa de matriculación primaria de 68% a 89%, y la mortalidad infantil de 123 a 74 (por cada mil niños nacidos vivos). Pobreza no es destino, y aún en la pobreza, las democracias pobres tienden a generar mayores niveles de bienestar que las dictaduras pobres.
India es un milagro (y una pregunta)
India parecía estar impedida para todo, para ser un Estado-Nación, para ser una democracia y para ser un país en crecimiento. En 70 años de vida independiente India mostró que pudo ser las tres cosas, y al mismo tiempo. India es un milagro, y como todo sujeto milagroso carga dudas y deudas. India es un Estado-Nación, pero mantiene irresuelta la intermitente violencia entre su población hindú y musulmana, así como sus disputas con Pakistán (ambos países con armamento nuclear). India es una democracia, pero que ha tendido a un sistema de partido hegemónico (el Partido del Congreso) y la presencia excesiva de una sola familia (sí, los Gandhi). India es un país en franco crecimiento, pero con el crecimiento se ha incrementado la desigualdad, el crimen, la polarización ideológica, y la concentración económica en un solo sector (servicios). India es una pregunta. Una pregunta que compete inevitablemente a todo el mundo.