Terminado el discurso piadoso, Bush se aventuró al desierto de Arizona y nos dejó como recuerdo su imagen a bordo de una unidad de la patrulla fronteriza, cuidar la frontera es tarea de hombres valientes y emocionados. Mal momento, mala señal. Junto al anuncio del envío de 6000 efectivos de
Estas corporaciones militares proveerán servicios de vigilancia y monitoreo en la frontera con ayuda de lo último en tecnología de guerra (sí, guerra): aeronaves sin piloto, cámaras de video y otros sistemas de detección de movimiento satelitales. La administración no tiene empacho en aceptarlo, “esta es una invitación inusual, estamos pidiendo que vengan a decirnos como hacer nuestro trabajo” les dijo el subsecretario de Seguridad Interna a los contratistas militares de acuerdo al artículo del New York Times. Curiosa concepción del Estado. Por lo pronto, de acuerdo al mismo artículo la corporación que gane el contrato podría ganar alrededor de 2 mil millones de dólares en los próximos años. Cabildear por una reforma restriccionista es tentador.
Pero la historia no termina ahí. Además de los sistemas de protección fronteriza el gobierno de Bush ha iniciado proyectos para construir campos de detención temporal para inmigrantes ilegales. Bajo el Acta de Reforma de Inteligencia Nacional y Prevención del Terrorismo del 2004 se planea construir 40,000 camas y barracas. Este contrato con un valor inicial de $385 millones de dólares ya fue asignado a Kellog Brown & Root empresa filial de Halliburton, la empresa constructora favorita del Presidente Bush, en la que solía colaborar el Vicepresidente Cheney, y que se llevó millonarios contratos para la reconstrucción de Irak y las zonas afectadas por el huracán Katrina. Negocio redondo en la guerra, el desastre y el control migratorio.
El círculo se cierra. Las corporaciones militares aportaron $1.2 millones a la campaña de Bush en el 2000, casi $900 mil provinieron justamente de Lockheed Martin y Northrop Grumman. Por su parte, Raytheon donó $202 mil dólares y Halliburton $195 mil. Tendríamos que agregar además el dinero que estas compañías han gastado en cabildeo político en Washington. Tan sólo en 2003 Lockheed Martin invirtió en este rubro $3.3 millones de dólares, Northrop Grumman $6.5 millones, y Raytheon $1.1 millones.
Sistema perverso de incentivos. El Estado depende de grandes corporaciones privadas para proveer el más público de los bienes: seguridad. Por su parte, los candidatos dependen parcialmente de estas mismas corporaciones para poder ganar elecciones. Finalmente, estas corporaciones tienen capacidades hegemónicas que impiden la entrada de competidores a su mercado. Todo entre amigos. Resultados inquietantes, el gobierno estadounidense pide el auxilio del capital privado – aunque alrededor del 70% de las ganancias de estas compañías proviene de contratos gubernamentales - para detener el flujo de trabajadores. El debate migratorio también tiene signo de dólares. ¿Soy yo o hay algo fundamentalmente erróneo en todo esto?
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