26.4.06

De Tín Marín… (Publicado en Excelsior, 26/04/06)

Todo parece estar definido, Perú se encamina a una segunda vuelta electoral de pesadilla. Con el 98% de los votos contados Unión por el Perú, la organización que sirvió a Ollanta Humala para contender por la Presidencia, cuenta con el 30.74% de los votos, el Partido Aprista Peruano con el ex-Presidente Alan García con el 24.32%, y Unidad Nacional con la candidata Lourdes Flores con el 23.63%. La diferencia entre García y Flores es de menos de un punto porcentual, apenas 83,626 votos. Es altamente improbable que la distribución de votos del 2% restante difiera al punto de revertir la tendencia. Perú elegirá en una segunda vuelta entre Ollanta Humala y Alan García.

La elección peruana ejemplifica muy bien una ironía latinoamericana. Democracia electoral y crisis de representación. Fórmula precisa para el debilitamiento de los partidos y el impacto de liderazgos individuales radicales. En la elección contendieron un total de 20 partidos, el primer lugar apenas rebasa el 30% de los votos y, notablemente, el cuarto lugar con 12% de los votos lo ocupa el vacío, votos en blanco, forma silenciosa de protestar por la incapacidad de elegir. El vacío es opción electoral.

El problema inmediato se refiere a la relación entre el Presidente y el Congreso. Entre el liderazgo personalizado y personalizante y la distribución inevitable de escaños legislativos. Con el 62.26% de votos contados la distribución es aún más cerrada, la organización de Humala cuenta con el 21.41% mientras que el Partido Aprista lleva el 20.58%. El voto presidencial basado en individuos se estrella contra el voto legislativo basado en partidos. Gobierno dividido dos veces: parálisis, conflicto, medidas extra-constitucionales. Democracias incapaces de ser gobierno.

Es previsible que Alan García capitalice el voto de todos aquellos que ven (con razón) en Ollanta Humala un peligro. Humala representa una opción nacionalista y excluyente, carente de proyecto político, basada en la violencia y el rencor. Esos son los monstruos que producen las democracias condenadas al entumecimiento, con sistemas de partidos fragmentados y polarizados, sin bases sociales sólidas. Las virtudes de la democracia vueltas fallas. El encabezado de un editorial del periódico Ollanta Prensa proclama sin pudor: “Cuando el Establo de Derecho colma por su pestilencia ¡A las armas ciudadanos!” Del Estado al Establo, no somos gobierno, somos pueblo furioso, yo soy el pueblo y tengo sólo la voz de las armas, ¡voten por mí!

Pero la otra opción tampoco es razón para la calma y la sonrisa. Alan García trae consigo la memoria de una gestión presidencial desastrosa. Llegó al poder en 1985 y para 1990, el último año de su mandato, Perú decrecía en 6% y la tasa de inflación alcanzó el 7,500%, un 20.5% diario. Consecuencia triste e inmediata: la Presidencia de Fujimori. La ironía de la elección es el que mientras que la administración del Presidente Alejandro Toledo ha tenido resultados macroeconómicos positivos, como baja inflación y una tasa promedio de crecimiento en los últimos 3 años superior al 5%, ello no se reflejó en las urnas, el partido Perú Posible del Presidente formó parte de la coalición de la candidata Flores.

Así, Perú se debatirá entre sus demonios del futuro y sus fantasmas del pasado. Elección difícil entre la certeza del mal y la incertidumbre del horror. ¿Es posible elegir? Cabe preguntarnos a modo de chiste si no valdría más elegir a los gobernantes por sorteo entre los ciudadanos como lo hacían en la Atenas de la Grecia Clásica o en las Ciudades-Estado de la Italia medieval y renacentista…de tín marín de dó pingüé. Cúcara mácara títere fue…

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