5.4.06

¡Aló Presidente! (Publicado en Excelsior, 05/04/06)

Lo sé, una carta desde México a usted le sabrá a complot, ese espacio enorme de dudas que nos deja imputarle todos los miedos e invertirle todas las ambiciones. Pero no, esto no pertenece a los designios malignos de ningún complot en su contra. Pertenece a las inquietudes que a muchos nos genera usted. Lo que recorre a la América Latina no es un fantasma, es un leviatán piel canela que exige lealtad a cambio de ilusiones y monedas. Pan y circo con su apellido coronel, Chávez. Ya ve usted que la bandera de la izquierda alcanza para todo eso, como nos sabe a lo correcto y justo, bajo su sombra uno puede preservarse por el bien de todos. El aplauso hace innecesario el equilibrio de poderes, la libertad de prensa, la oposición crítica, eso sería renunciar a la convicción ‘compartida’ del bien. La democracia parece un precio justo por la redención de los desposeídos. Ya ve usted, el gobierno es un discurso.

Casi lo veo coronel, para usted todo lo que no sea halago es traición, un milímetro a la derecha es un océano de deslealtad. Se equivoca. La izquierda cuando deja de ser crítica se vuelve un cascarón, monolito hueco. No hay izquierda sin democracia Coronel, como tampoco puede haber justicia sin Estado de derecho, o combate a la pobreza sin crecimiento. Usted puede vender ilusiones de ese calibre por que le alcanza. El petróleo da para comprar demonios, ‘el excremento del diablo’. El Ingreso petrolero sin un control institucional para su distribución es un boleto a la preservación en el poder. Ello no es condenable per se, es como sabemos el fin de todo gobernante. El problema es el debilitamiento de los esquemas de control ¿Cómo y por cuánto tiempo? Usted quiere hacerse indispensable, el petróleo en las manos de un sólo hombre que distribuye sus ganancias como festín de justicia.

Hay tres formas básicas de mantenerse en el poder. En un sistema democrático, mediante la implementación de buenas políticas públicas. En una dictadura, la herramienta preferida es el miedo, la represión que inhibe voces y votos. Queda también la provisión de bienes privados con recursos públicos, ya sea a unos pocos (kleptocracia) o a muchos (clientelismo). Usted le ha apostado a esta tercera opción, bienes de consumo a costa de efectividad política y crecimiento integral. Esa es la fórmula que usted ofrece en el continente, ‘desarrollo endógeno bolivariano’ le llama usted, caudillismo dolarizado le decimos en mi pueblo ¿Se darán cuenta en Bolivia y Perú de la trampa, economías lejanas a la suya?

Habría que explicar las razones del apoyo del 57% de los venezolanos. En eso coronel es innegable que sus antecesores llevan culpa, no por el modelo de crecimiento liberal, sino por el ejercicio de gobierno corrupto y elítico. Usted se deshizo de lo primero pero atesoró lo segundo. Venezuela fue por años ejemplo de una democracia estable y en crecimiento en América Latina. Usted acabó con lo uno y con lo otro. En diciembre de este año habrá de nueva cuenta elecciones presidenciales ¿Será usted capaz de respetar lo que los venezolanos decidan? ¿Podrá usted renunciar a sus estrategias clientelares para darle paso a la formación democrática de preferencias? Yo tampoco lo creo Coronel. Su gobierno y su influencia en otros gobiernos es triste, nos regresa a un pasado iluso y desencantador. Caudillismo arrodillado. Esa lección deben entenderla quienes desde nuestras democracias nuevas e inquietas han sido incapaces de generar políticas públicas eficientes, democracias que crezcan y distribuyan (al mismo tiempo). Termino Coronel deseando que esta sea una carta de despedida, le hace usted daño a la izquierda. Adiós Presidente.

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