“Aunque una desobediencia civil justificada parezca amenazar la concordia cívica, la responsabilidad no recaerá en quienes protesten, sino en aquellos cuyo abuso de autoridad y de poder justifique tal oposición”
John Rawls
El 31 de marzo es día de fiesta en California, Texas, Arizona y Colorado. Ese día nació César Chávez. En Oakland, San Francisco, Berkeley, Los Angeles, Santa Barbara, Fresno, El Paso, Houston, Albuquerque, Austin, Milwaukee, Madison, Washington D.C., Hansas City, Salt Lake City y Phoenix, hay calles, avenidas, escuelas y edificios llamados César Chávez. Se han publicados más de 180 biografías sobre César Chávez. En los libros de texto de educación primaria en Estados Unidos se enseña sobre la vida y las acciones de César Chávez. ¿Quién es este señor de nombre familiar y festejos tan ajenos? Mientras en Estados Unidos César Chávez es lección de historia, en México es héroe desconocido. Para los mexicanos César Chávez sonará a referencia boxística y nos preguntaremos en dónde quedó el Julio del principio.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, los soldados de minorías raciales se preguntaron por qué luchar por la libertad y la democracia fuera, sin tenerla en casa. Soldados México-Americanos con medallas de honor no eran admitidos en piscinas públicas ni podían sentarse en las secciones blancas de cines y autobuses. Esta es la semilla del movimiento chicano, que nació de manera masiva en la década de los sesenta. Al principio fueron Reies López Tijerina en Nuevo México, defensor del derecho de propiedad comunal de tierras ancestrales, y Rodolfo ‘Corky’ González en Colorado, bajo una agenda de reivindicación identitaria, su poema I Am Joaquin se convirtió en el estandarte del movimiento cultural chicano.
En California un señor moreno que organizaba campesinos empezaba a cobrar fama, era César Chávez. Con un discurso centrado en la consecución de mejoras laborales y con estrategias basadas en los ejemplos de Mahatma Gandhi y Martin Luther King, Chávez cultivaba éxitos en la opinión pública: reclamaba un sentido de justicia aprobado por la mayoría. Chávez sería a la postre la cara más visible del movimiento, el único que sobrevivió a las tentaciones del radicalismo y las ingratitudes de la memoria. México-Americano de tercera generación, nacido en 1927 en Arizona, a donde llegó su abuelo desde México en 1889. Creció en una familia de recolectores de frutas y vegetales, por tanto en continuo movimiento. En 1950 se muda a San José en California en donde junto con su familia trabaja en el campo bajo condiciones injustas: “Era terrible […] trabajamos ahí por dos años y medio y nos dimos cuenta más tarde que toda la familia junta ganaba 23 centavos la hora” Por ello, en 1952 se une a la Organización de Servicio Comunitario de la que se separa en 1962 al negarse ésta a estrategias más activas para la defensa de los trabajadores del campo. Chávez se muda a Delano para organizar a los trabajadores de la uva por su cuenta. Funda entonces la Asociación Nacional de Trabajadores del Campo (actualmente UFW) como medio para defender los derechos laborales en el campo, ocupado principalmente por trabajadores de origen mexicano.
La organización de Chávez incluía una cooperativa, servicio médico, un periódico llamado el malcriado y un programa de teatro campesino dirigido por Luís Valdés, quien dirigiría películas como Zoot Suit Riots en 1981 y La Bamba en 1987, las primeras películas comerciales chicanas. El primer acto masivo de los mexicanos en el campo estadounidense ocurre en 1965 bajo una huelga laboral. En 1966, Chávez marcha a pie desde Delano hasta Sacramento y lanza su famoso Plan de Delano que incluye una plataforma de derechos laborales, derechos civiles y referentes religiosos: “[…] Buscamos el apoyo de todos los grupos políticos y la protección del gobierno, que es también nuestro gobierno […]” Así, el movimiento de César Chávez toma forma final: defensa no-violenta de derechos negados, Chávez no niega el sistema político norteamericano, busca mejorarlo, abrirlo a las necesidades de grupos minoritarios. Ello le proporciona atención nacional y apoyo popular. Gandhi, Luther King y Zapata, fórmula incuestionable.
Al tiempo que Chávez gana el apoyo innegable del mainstream político, particularmente del partido demócrata, como en el caso del boicot contra los productores de uvas de California (apoyado por 17 millones de consumidores) o en su encarcelamiento por 20 días en 1970. La ironía fue que al tiempo que su efectividad nacional se incrementaba, su influencia en el movimiento chicano se diluía. Mientras el resto de líderes chicanos recurría a medios radicales y un discurso nacionalista (i.e. El Plan Espiritual de Aztlán), Chávez se integraba más efectivamente a los canales formales de participación política. Para Chávez “La Causa de la Raza” implicaba riesgos, “Ellos no los ven como racismo, pero yo sé que cuando tu dices La Raza, estás diciendo algo anti-gringo, y no parará ahí. Si es anti-gringo hoy, será anti-negro mañana” Sobretodo, Chávez veía en el discurso chicano radical un mecanismo ineficiente para mejorar las condiciones socioeconómicas de los México-Americanos, inclusión eficiente en lugar de autoexclusión romántica. Tenía razón. Y así lo entienden quienes hoy se movilizan nuevamente por la exclusión, por el derecho al trabajo y el bienestar. Se entendió la lección, las movilizaciones de migrantes en Estados Unidos y el boicot del 1 de mayo, los actos masivos más importantes en la comunidad de los últimos 35 años, llevan la firma de César Chávez.