24.10.07

Historias del Absurdo (Excelsior 241007)



En México sabemos que la fortuna de Carlos Slim en el 2006 sumaba 49 mil millones de dólares, sabemos también que eso equivale al ingreso anual de 7.6 millones de mexicanos, y que si Slim fuese un país seria la economía 63 del mundo, por encima de 118 países. Sí, es inquietante. Pero saber que el Rey Abdullah de Arabia Saudita cuenta con 21 mil millones de dólares, que el Presidente de Guinea Ecuatorial Teodoro Obiang tiene 600 millones, o que el Presidente de Gabón suma 300 millones es indignante.

Lo es por provenir de recursos públicos y por ejemplificar perfectamente la tragedia de gobiernos enriquecidos sobre poblaciones empobrecidas. Estos tres países comparten la poca honrosa distinción de tener ingresos per cápita relativamente altos e índices de desarrollo humano mediocres. Por ejemplo, Gabón con un PIB per cápita de $7,355 dólares, tiene un índice de mortalidad infantil similar a India con un PIB per cápita de sólo $3,308 dólares; Arabia Saudita tiene un PIB per cápita de $16,505 dólares y una mortalidad infantil similar a Colombia con un PIB per cápita de $6,260; pero el caso de Guinea Ecuatorial no tiene precedente, con un PIB per cápita de $18,171 su mortalidad infantil es similar a Etiopia ¡Que tiene un PIB per cápita de $1,123 dólares! Los demonios del petróleo: un absurdo.

En el cruce de la riqueza y la mezquindad social Estados Unidos tiene datos vergonzosos, por ejemplo, en 2006 se destinaron 92 mil millones de dólares en subsidios directos e indirectos al sector privado; lo que se conoce como ‘gasto corporativo’, mientras que en educación y salud se gastó poco más de 50 mil millones respectivamente. Ya se sabe la historia, ese dinero hará más competitivas a las empresas y éstas generarán empleos, bajo esa lógica la mayor parte de ese dinero debió destinarse a pequeñas y medianas empresas, que son las que generan la mayoría de los empleos privados, ¿no? Pues no, el 10% de las empresas más ricas absorbieron el 66% de los subsidios. ¿Así o más absurdo?

El sistema de salud estadounidense es en realidad una colección de absurdos. Es el país desarrollado en el que más se gasta en salud, 15.3% de su PIB, casi el doble del promedio de la OCDE; y es el país desarrollado con los peores indicadores de salud. Su índice de mortalidad infantil (6.9) es el doble que el de Suecia o Noruega; es incluso mayor que el de Cuba (5.1). Por supuesto, si tomamos en cuenta sólo a la población afro-americana la mortalidad crece dramáticamente (13.6), el mismo índice que en Jamaica o el estado de Kerala en India. ¿A dónde se va el dinero destinado a la salud? Lo adivinó: a las compañías aseguradoras y farmacéuticas. Las mismas que han gastado más de $800 millones de dólares en cabildeo político desde el 2000, curiosamente la misma cantidad prometida por el Grupo de los 8 para apoyar la compra de vacunas en el tercer mundo; y sí, alcanzaría para muchas: 1,230 millones de dosis contra el sarampión.

Por supuesto, todas las cifras citadas palidecen frente a los 700 mil millones de dólares que el gobierno de Bush se ha gastado en la guerra en Irak; si con ese dinero se hubiese fundado un país sería la 16ava economía más grande del mundo, por arriba de Taiwán, Australia, Turquía o Argentina; $3,000 dólares por cada estadounidense; 13 años de gasto en educación en aquel país. ¡Absurdísimo!

Si seguimos los cálculos del Banco Mundial con ese dinero alcanzaría para reducir a la mitad la mortalidad infantil y materna en todo el mundo (511 mil mujeres y 11 millones de niños no morirían); lograr una cobertura universal en educación primaria en todo el mundo; y hasta sobraría para cubrir el gasto proyectado en el plan de cobertura de salud universal por los candidatos demócratas en Estados Unidos. Mientras tanto, entre 2003 y 2006 la empresa Halliburton (la misma que dirigió el Vicepresidente Cheney entre 1995 y 2000) ha obtenido $17 mil millones de dólares por contratos derivados de la guerra, la mitad de los ingresos petroleros iraquíes, ¡el tamaño de la economía nicaragüense! Bienvenidos al conservadurismo soviético, absurdo de absurdos… y este mundo va.

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