18.7.07

El Gobierno de las Mujeres (Excelsior, 180707)


Lo hemos pensado varios, varias veces: el gobierno de las mujeres debe ser de virtudes. Nos repetimos intuiciones edípicas que inician siempre en "las mujeres son". Las mujeres son más honestas, más trabajadoras, menos agresivas, más protectoras, mejores administradoras, etc. No hay sustento empírico para sostener este optimismo de género. En primer lugar, porque en realidad han sido poquísimos los gobiernos liderados por mujeres, como para identificar un patrón. En segundo lugar, porque entre los pocos casos de gobiernos encabezados por mujeres la evidencia es más bien mixta.

Ninguna región del mundo ha tenido tantas mujeres a cargo del gobierno como el sur asiático: Benazir Bhutto en Pakistán (1988-1989, 1993-1996); Indira Gandhi en India (1966-1977, 1980-1984); Sirimavo Bandaranaike en Sri Lanka (1960-1965, 1970-1977, 1994-2000); Khaleda Zia en Bangladesh (1991-1996, 2001-2006); y Sheikh Hasina también en Bangladesh (1996-2001). El poder como una cuestión de familia. En todos estos casos se trata de viudas (Bandaranaike y Zia) o bien hijas (Bhutto, Gandhi y Hasina) de líderes políticos, usualmente asesinados, y sí, en todos los casos han sido acusadas en su momento por cargos de corrupción y/o fraude electoral. El caso más inquietante es Bangladesh. Tras haber sido aliadas contra la autocracia militar en los ochenta y haber sido encarceladas en su lucha; Sheikh Hasina (líder de la Liga Awami) y Khaleda Zia (líder del Partido Nacionalista de Bangladesh) se convirtieron en rivales políticas a partir de 1991.

Terminado el primer periodo de gobierno de Khaleda Zia (1991-1996), las elecciones de 1996 fueron boicoteadas por el resto de partidos y entonces Bangladesh establece un sistema único de transferencia de poder, creando la figura de "Cuidador del Gobierno" (Chief Advisor of Care-Taker Government), encargado de las funciones de Estado durante tres meses para organizar el siguiente proceso electoral. Vueltas a realizar las elecciones de 1996, el PNB perdió asientos en el parlamento frente a la Liga Awami, y se convirtió en primera ministra Sheik. Hasta aquí, la normalidad democrática.

En las elecciones de 2001, el PNB vuelve a contar con una mayoría de escaños y Khaleda Zia vuelve a ocupar el cargo de primera ministra. En este segundo mandato su gobierno se vio opacado por el resurgimiento de grupos terroristas religiosos, repetidos escándalos de corrupción y el asesinato de varios miembros de la Liga Awami. La transición de poder se adivinaba complicada. Y así fue.

Terminado su mandato en octubre del año pasado, los seguidores de ambas mujeres se enfrentaron frecuentemente en las calles. La violencia y el cuestionamiento generalizado al proceso electoral que debía realizarse en enero de este año, llevaron a los militares del país a respaldar la continuidad del "Cuidador del Gobierno" Fakhruddin Ahmed y postergar las elecciones indefinidamente. La misión central de este gobierno de transición ha sido deshabilitar políticamente a ambas mujeres. El pasado lunes Sheikh Hasina fue detenida y presentada ante un juez por cargos de corrupción y el asesinato de cuatro miembros del PNB. Por su parte, hay igualmente una investigación abierta contra Khaleda Zia por evasión fiscal y el asesinato de miembros de la Liga Awami.

La idea es simple: la corrupción corroe la gobernabilidad y la rendición de cuentas en la democracia. La permanencia de ambas mujeres al frente de sus partidos implica la continuidad de su rotación en el poder, su feroz rivalidad y la permanencia de Bangladesh como el país más corrupto del mundo. Experimento único (y riesgoso): un paréntesis no-democrático para corregir los síntomas de una democracia enferma. Conclusión simple (y tristona): malas instituciones generan malos gobernantes, mujeres u hombres.

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