8.2.09

Un matrimonio felíz

- Buenos días cielo.

(Se cubre el rostro con un residuo de carencia. Agita las manos desesperada queriendo atraparse, sofocarse con los reclamos de una vida gastada en pedazos de diario. En la repetición permanente de los miedos, las angustias. No se puede ser mujer, no de ese modo. Mejor robar al diablo su debilidad. Ya calla. Ya llora. Ya ríe. Ya quieta. Ya convertida en la cara deshecha de sus deseos. ¿Y la carne? No hay algo. Un cuerpo ajeno, un perchero de tiempo. No hay que tocar para saberte, eres piedra. No quedan sobre ti restos, eres toda "este momento". Toda el trazo de un dolor aclamado en años. Una gran carcajada en el sótano, absurda y soberbia. No hay ya en ti siquiera algo tuyo, te descarnaste temprana, arrancaste de una simple desolladura todo rastro de manos. Puta, mil y dos veces puta, por entero a la permanencia: cedida, dócil, muda, reseca, magra. Te lamento. Con piel y manos deformadas y viejas, con ellas te lamento. Con la pesadez de lo callado, me callo.)

- Buenos días mi amor.

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