¿De qué otro modo se quedarían? No podrían quererme como no sea con una mezcla de lástima y temor, que nombran, pobresillos, ternura.
No tengo nada más, nadie me llamaría bella no soy generosa, mi mente es finita y repetitiva, mis obesiones son lineales y adolescentes, mi voz es hueca y sintética, me queda ser horrenda: habrá quien crea que debajo de fealdad, discursos tiesos y la intermitente furia, duerme un ser alucinante, pensarán que sólo un ser así puede permitirse raspar tanto, les daré la certeza de mis deformidades por la promesa de un ser luminoso e inagotable, me verán con ojos nuevos, dirán que soy encantadora, seré su mascota, un perrito faldero agresivo e inútil.
Es un mito: sirve.
Sujeta a quienes no me verían en la calle y me tienen, ingenuos, atada al lomo. Me permite también adelantarme a los demás, los que ven en mi una mancha: los condeno antes de que me rechacen, entonces, sus espaldas aparecerán como maldad, serán llamados miopes e injustos, me arrimarán a los pechos que me protegerán dispuestos. Imbéciles.
Es cierto, abrazo a mis inalcanzables y no los quiero. No paro de buscar, no me son únicos, corro a ponerme dispuesta para otros, con suerte y, entre sudores y anonimatos, sumo nuevos dueños. Me basta tenerlos a mano, importan por serme inaccesibles, no por ellos. Que quieran otros, yo territorializo. Acumulo mapas y camino tiesa envuelta en ellos, son mis galardones por meses dedicados a demandas y esperas, sobre todo a estar.
Ese es mi poder: la ubicuidad. Soy inetivable, viajo ligera y me quedo pesada. Me quedo fija días enteros al cuello de mis territorios, algunos dirían que como un parásito, yo me pienso como una espina. Fijo, soy la parte filosa de quien ocupo.
Cuando logran sacudirme de encima, soy constante, en mi ausencia están obligados a no olvidarme, y encuentro siempre pequeñas rendijas de oportunidad a las que regreso para colgarme a sus hombros. Me cargan a parques y fiestas, es un segundo galardón a mi perseverancia: el yo irremediable.
Gané."
No tengo nada más, nadie me llamaría bella no soy generosa, mi mente es finita y repetitiva, mis obesiones son lineales y adolescentes, mi voz es hueca y sintética, me queda ser horrenda: habrá quien crea que debajo de fealdad, discursos tiesos y la intermitente furia, duerme un ser alucinante, pensarán que sólo un ser así puede permitirse raspar tanto, les daré la certeza de mis deformidades por la promesa de un ser luminoso e inagotable, me verán con ojos nuevos, dirán que soy encantadora, seré su mascota, un perrito faldero agresivo e inútil.
Es un mito: sirve.
Sujeta a quienes no me verían en la calle y me tienen, ingenuos, atada al lomo. Me permite también adelantarme a los demás, los que ven en mi una mancha: los condeno antes de que me rechacen, entonces, sus espaldas aparecerán como maldad, serán llamados miopes e injustos, me arrimarán a los pechos que me protegerán dispuestos. Imbéciles.
Es cierto, abrazo a mis inalcanzables y no los quiero. No paro de buscar, no me son únicos, corro a ponerme dispuesta para otros, con suerte y, entre sudores y anonimatos, sumo nuevos dueños. Me basta tenerlos a mano, importan por serme inaccesibles, no por ellos. Que quieran otros, yo territorializo. Acumulo mapas y camino tiesa envuelta en ellos, son mis galardones por meses dedicados a demandas y esperas, sobre todo a estar.
Ese es mi poder: la ubicuidad. Soy inetivable, viajo ligera y me quedo pesada. Me quedo fija días enteros al cuello de mis territorios, algunos dirían que como un parásito, yo me pienso como una espina. Fijo, soy la parte filosa de quien ocupo.
Cuando logran sacudirme de encima, soy constante, en mi ausencia están obligados a no olvidarme, y encuentro siempre pequeñas rendijas de oportunidad a las que regreso para colgarme a sus hombros. Me cargan a parques y fiestas, es un segundo galardón a mi perseverancia: el yo irremediable.
Gané."