1.9.08

Un tango

Poner algunas horas entre mis sueños y yo. Es lunes y el fin de semana sigue cuajado en el pecho, sin figuras ni iluminaciones. Mentí en todo lo que no dije. Era necesario. Las tragedias se eligen o se evaden. Ni lo uno, ni lo otro. Me quedé en la esquina que cruzan, sentado en la banqueta, fumando y viendo piernas. Aquí sigo. Este frío me confirma que el verano nunca llegó, que tres meses se quedaron entre paréntesis, esperando su entorno. Aislados. El frío confirma también el cuerpo tembloroso, los pies morados, la piel molesta. Es todo un error. Un rebote senil, la belleza inmediata, las palabras (como los meses). Los significados vaya, modelos para armar. Eso, o el peor de mis miedos. La manita escuálida que me obligue a elegir o evadir tragedias. Gatear angustias y reir a solas. Eso. Los ojos: los tuyos. Un tango torpe en la cocina que todo lo contiene, porque es lento, porque usa a dos, porque es un largo y desesperado abrazo, porque en la belleza nada sobra, y mejor aún, nada se agota.

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