25.6.08

Yo fui

Me declaro incompleto. No ha importado nada, ni sonrisas y abrazos, ni libros y conquistas. Estoy incompleto y lo que es peor, busco mi completitud desesperado, dejando a los demás que me adivinen y cubran mis huecos. Fallan, se los reprocho y los abandono.

Me declaro beligerante. Encuentro en el conflicto una forma de sentirme vivo. La baratéz del dolor, tan a la mano. Quizás porque busco el abandono de los demás como una forma de esculpirme aún más soberbio. Quizás porque busco en la tolerancia de los demás una prueba innegable de afecto y lealtad.

Me declaro insensato. Prefiero la certidumbre del mal sobre la incertidumbre del bien. Porque soy incapaz de reconocer el bien y disfrutarlo. Quiero probar estar en lo correcto, porque creo que no merezco contentos y convierto la creencia en una profecía autocumplida.

Me declaro artífice. Armo trampas en las que busco que los demás caigan, para probarme sus debilidades, y si las esquivan, entonces, lejos de sentirme cierto, comienzo de inmediato a planear las siguientes, hasta verlos atrapados y entonces convencerme de que en efecto, estaban destinados a quedar presos y darme la media vuelta.

Me declaro falso. Simulo ofrecer emociones que no son otra cosa que argumentos. No soy incapaz de querer, son incapaz de revelarlo sin ediciones y ornatos. Me muestro como una criatura transparente y amorosa, y sacrifico la transparencia para mostrar un amor oblicuo que me permite dar sin darme.

Me declaro niño. Busco un abrazo que me proteja y al que pueda morder, sin que se retire jamás de mi cuerpo. Azoto puertas sólo en espera de que vengan a tocar y entonces, lleno de benevolencia, decida abrirlas y crecerme de un perdón que ni doy, ni tiene sentido.

Me declaro soberbio. Puedo quedarme quieto negándome una verdad, sabiendo que me niego una verdad, y dejar la piel en persuadir al mundo de que la nueva entelequia que recién acabo de crear es, sin duda, la verdad, sólo la verdad, y nada más que la verdad.

Me declaro ciego. La alegría puede bailarme frente a los ojos, pero me obligo a verla borrosa, fuera de foco, porque me parecen mucho más apreciables los infinitos fantasmas que puedo imponerle detrás, esos sí, nítidos y negados a cualquier baile.

Me declaro torpe. Cavo pésimos hoyos para esconderme y fuerzo al cuerpo a caber, y aunque queden mitades fuera, me quedo quieto, seguro de que quien desde afuera me busque no podrá ver ni rastro de mí, implorando, de nuevo torpe, que me encuentren y me obliguen a caminar.

Me declaro listo para dejar de ser incompleto, beligerante, insensato, artífice, falso, niño, soberbio, ciego y torpe. Porque es profundamente aburrido, porque ha hecho de mi cara una mueca, porque me quiero multiplicar por dos, porque un paseo que no es completo, armonioso, espontáneo, honesto, prudente, sencillo, visible y arriesgado; es un paseo que no merece tomarse.

¿Vamos?

18.6.08

8 razones por las que Obama será Presidente (El Centro, 180608)

1. Estrategia clara. Tengo para mi que la razón central del triunfo de Obama en la primaria demócrata fue una estrategia de campaña clara e invariable. El demócrata encontró un tema central que cubre el resto de su discurso: el cambio. Para su fortuna, él, como candidato, personifica casi a perfección la idea de renovación en Washington. McCain, por el contrario, ha dado bandazos desde la primaria republicana, y hoy su discurso replica el de Bush: torpe y caduco.
2. Maquinaria partidista. La ventaja de Hillary respecto a Obama era su control de la elite demócrata. Esa estructura partidista está hoy completamente al servicio del candidato afroamericano. En contraste, los republicanos no terminan de formarse entusiastas en las filas de su candidato, y según encuestas recientes, no son pocos los simpatizantes conservadores que ven con buenos ojos a Obama.
3. Catch all. Obama tiene un gran atributo: es atractivo a una gama inmensa de votantes. Hombres blancos, votantes afroamericanos, jóvenes de todos los colores, y como mostró la primaria, mujeres. Bill Clinton construyó una coalición similar en 1992, y así derrotó al primero de los Bush. McCain se limitará a buscar maximizar el voto de blancos conservadores.
4. Movilización electoral. Me decía Marco Morales, colega politólogo y entrañable amigo, que esta elección se definirá por qué candidato logre llevar más simpatizantes a las urnas. Concuerdo. Sólo que Marco pensaba que algunos demócratas preferirían quedarse en sus casas a votar por Obama. Yo, por el contrario, creo que si algo define a Obama, es su capacidad para movilizar a los segmentos que tienden a votar menos: jóvenes e independientes.
5. Estados clave. La elección presidencial estadounidense se define en pocos estados: Ohio, Florida, Michigan, New Hampshire, Arizona, Virgina, Oregon, Wisconsin y Pennsylvania. La mayoría de ellos apoyó a Bush en 2004; no obstante, en 2008 es probable que los estados ‘blue collar’, como Ohio, Pennsylvania y Michigan se pinten de azul y apoyen a Obama, y no a un McCain con un discurso económico desarticulado.
6. Mujeres. La derrota de Hillary llevó a no pocos analistas a pensar que las votantes por-Clinton preferirían votar por McCain sobre Obama. Una encuesta apenas publicada por el L.A. Times reveló que el demócrata aventaja a McCain entre las mujeres por casi 20 puntos porcentuales. La maldición duró menos de dos semanas.
7. Asuntos. Los demócratas tienen el reto de enmarcar la elección alrededor de 3 temas centrales: economía, guerra en Irak y política social. De lograrlo, Obama tendría una ventaja inmediata en un país en el que una mayoría aplastante desaprueba las políticas del Presidente Bush, y que puede encontrar en McCain una simple prolongación de ellas.
Es negro, pero no es negro. Sí, ni duda cabe, basta verlo para saberlo, Obama es negro. Pero en términos de su historia, su formación y sus posiciones, Obama poco tiene que ver con los tradicionales políticos afroamericanos. Si ganó la candidatura demócrata, se debió en gran parte, al apoyo masivo de votantes blancos que no encuentran en él los atributos que les impedirían apoyar a un negro en las urnas. McCain, bueno, ese sí es blanco y sin dobleces.

4.6.08

Este día es de la historia (El Centro, 040608)

Obama será el candidato demócrata y yo, lo confieso, estoy alegre.
Me alegra que después de 232 años de presentarle al mundo lo que una democracia moderna debe ser, después de 145 años de la abolición de la esclavitud, después de 42 años del Acta de Derechos Civiles, Estados Unidos tenga finalmente un candidato negro contendiendo con posibilidades serias de ganar la presidencia.
Estados Unidos, se nos olvida, le ha regalado al mundo su historia. Un país capaz de acordar desde la nada un andamiaje institucional casi perfecto. Un pueblo trabajador, solidario y amoroso. Una nación que lejos de alzar demonios en el mundo, salía a combatirlos.
Se nos olvida, y con razón, Estados Unidos se convirtió en un monstruo voraz que veía en el mundo algo explotable o simplemente ignorable.
Pues bien, veo en la candidatura de Obama el retorno a un país que yo, mexicano nacido en los setentas, no alcancé a ver, pero que junto con el resto del planeta, añoro profundamente.
Un país que se encuentra en el mundo, que se parece al mundo.
Una nación que entiende que no se puede proteger a las minorías sin contener a las mayorías. Que no opone el crecimiento económico al bienestar de los pobres. Que busca en el diálogo diplomático lo que claramente no ha podido obtener con el látigo.
Me conmueve ver que un hombre negro de 46 años sea el candidato de la izquierda estadounidense, hijo de un keniano y una mujer blanca de Kansas, nacido en Hawai, criado en Indonesia, y educado en las mejores universidades.
Me mueve también su discurso, preciso y blando. Un hombre que le habla exacto a su tiempo. Que cree en el poder de la voz y la ofrece sin ornatos, sin gritos, con las palabras justas para mover un mundo por una sola idea: podemos ser mejores.
Pero lo que verdaderamente me tocó de la campaña, no fue Obama, fueron los millones de demócratas que contra todo pronóstico, salieron a votar por él. Creyeron que podían creer, y no de otra cosa se hace la historia.
Blancos, jóvenes, negros, hombres, educados, mujeres, viejos; a Obama le dio la candidatura la mezcla más diversa de ciudadanos de todas las primarias.
Votantes que piden lo básico. Terminar con una guerra burda y costosa. Acceder universalmente a cuidados médicos. Dar las mismas oportunidades educativas a todos los niños. Sacudir de Washington el poder excesivo de corporaciones y cabilderos.
Votantes que no creyeron que la política sea la capacidad de ser cínicos sin generar costos; ni que ganar elecciones sea una repetición nauseabunda de slogans y frases pre-cocidas.
Lo que estamos viendo no se limita a un candidato negro, es el nacimiento de un electorado distinto: beligerante y tolerante. De nuevo, la historia.
No podemos saber si Obama será el siguiente presidente de Estados Unidos. Tampoco sabemos si, de serlo, se convertirá en un presidente a la altura de su candidatura. Pero eso hoy no importa. Hoy es un día para la historia.