La que no escribiré aspira a ser rutinaria (nadie debe tener una pluma con los ojos rojos), amarrada de cosas simples, en diminutivo. Abriría espacios mentales, solares de contento. Se atrevería a renglones sujeto-verbo-y-un-adjetivo-barníz.
- La vida es sencilla.
- Sabes a los espacios en blanco.
- Por la mañana tomo café y fumo entre tres y seis cigarros.
- Tengo dos plumas, una de tinta roja (mi preferida) y otra de un azul convencional (la que más uso).
- A veces siento frío y me cubro con una manta de franela (y pienso en palabras como hogaza, frazada y buhardilla).
De ahí la que no escribiré con diminutivos y moños: gemir es oficio de optimistas.
- Decía, ayer: el día se nubló y logré mojarme de llovizna.
- Caminé largas calles y vi a un niño dormir sobre un perro.
- La ciudad se parecía a un momento perfecto.
Pepe